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Recorrido por los seis monumentos naturales protegidos de la provincia de Almería

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Almería es mundialmente conocida por su imponente costa y sus maravillosas playas. Pero esta provincia andaluza encierra mucho más. Repasamos sus monumentos naturales. Una guía para disfrutar de esta joya de nuestra comunidad de una forma distinta, en temporada baja, lejos de aglomeraciones.

Isla de Terreros e Isla Negra

Desde la costa de la población de San Juan de Terreros, perteneciente al municipio de Pulpí, se divisan dos pequeños islotes que atraen por su agreste belleza: la isla de Terreros y la isla Negra. Pese a su reducido tamaño y su escasa vegetación, estamos antes dos importantes reductos para la conservación de aves marinas. De hecho, su protección como monumento natural por parte de la Junta de Andalucía está sustentada en la importancia que tienen estos islotes como reserva de una gran variedad de aves que se asientan y reproducen en ellos y en su alto valor ecológico.

La isla de Terreros es la más grande y lejana a la costa y alberga la comunidad más importantes de aves marinas que nidifican en la provincia de Almería. Algunas de estas aves están especialmente amenazadas. Es el caso la pardela cenicienta, que únicamente va a tierra para criar, o el paíño europeo. También podemos encontrar en estas islas otras especies interesantes como la gaviota patiamarilla o el vencejo común.

Pero el valor ecológico de este monumento natural no radica solamente en la fauna que puebla su escarpada superficie. Sus fondos marinos también esconden una enorme riqueza biológica con plantas marinas exclusivas del litoral mediterráneo como la Posidonia oceánica que sirve de refugio, alimento y reproducción de numerosas especies de peces, crustáceos, cefalópodos e invertebrados marinos. 

Tampoco nos podemos olvidar de su indudable valor paisajístico.  Además, a lo largo del litoral se pueden descubrir los antiguos cocederos de esparto y las viviendas de los esparteros excavadas en las paredes de los acantilados. También se puede aprovechar para visitar los cercanos castillos de la Herradura o el de San Juan de los Terreros.

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Sabina Albar

Un solo árbol puede constituir por sí solo un monumento natural. Es caso de la sabina albar del Parque Natural Sierra María-Los Vélez, un ejemplar milenario que ha crecido a 1.600 metros de altitud.  Este singular árbol es un ejemplo vivo de los bosques esteparios de la época terciaria, en la que se daba un duro clima continental con temperaturas muy contrastada y escasas lluvias estivales.

Esta sabina albar, testigo mudo del paso del tiempo, se caracteriza por tener una copa de color verde oscuro muy ramificada y extendida. Su tronco es grueso y tortuoso y sus abultadas raíces sobresalen de la tierra confiriéndole al ejemplar una majestuosa estampa muy característica.

La sabina albar es una especie de lento crecimiento con hojas en forma de escamas para retener el agua. Tiene una madera muy dura que es muy apreciada por carpinteros y ebanistas. Por este motivo, durante mucho tiempo se produjo una tala masiva de ejemplares de esta especie.  El visitante puede aprovechar la visita a este monumento natural para conocer mejor la riqueza natural y cultural del Parque Natural Sierra María-los Vélez. Por ejemplo, el cercano pueblo de Chirivel, lugar de paso de la antigua Vía Augustea, y los restos arqueológicos romanos del yacimiento del Villar.

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Cueva de Ambrosio

El Monumento Natural Cueva de Ambrosio es considerado uno de los yacimientos paleolíticos más importantes de Andalucía. La gruta alberga un interesante conjunto de pinturas rupestres y está situada en una zona de importantes formaciones cársticas producidas por la acción erosiva y disolvente del agua sobre la piedra caliza. Su declaración como monumento natural ha tenido en cuenta su indudable valor cultura y su especial interés natural. 

La cueva de Ambrosio está situada en la cabecera del arroyo del Moral, en la comarca de los Vélez. Tiene unos treinta y nueve metros de ancho por dieciocho de altura y la zona más profunda mide unos diecisiete metros.  La pintura más llamativa del conjunto reproduce un caballo en ocre rojizo que sobresale llamativamente sobre el resto del conjunto.

En otras áreas de la cueva se observan trazos dispersos que invitan al visitante a imaginar antiguas escenas plasmadas por la mano firme de algunos de los pasados habitantes de este abrigo natural.

Las características de las pinturas que podemos encontrar en esta cueva difieren de las aparecidas en el norte de la Península Ibérica. Por este motivo, el arte rupestre de esta zona ha sido declaración como Bien de Interés Cultural por el Estado y como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, junto a otros abrigos y cuevas del arco mediterráneo.

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Arrecife Barrera de Posidonia

Almería conserva uno de los escasos arrecifes de Posidonia oceánica que se conservan en la costa mediterránea. Se encuentra ubicado entre las poblaciones costeras de Roquetas de Mar y Aguadulce. A su indudable valor natural se une su exclusividad, ya que se trata de uno de los últimos ejemplos de los antiguos arrecifes que en otras épocas abundaron en estas costas. 

La Posidonia oceánica es una planta marina de peculiares características. Sus hojas pueden alcanzar el metro de largo y su aspecto asemeja cintas verde claro que se fijan al fondo a través de un entramando de tallos y pequeñas raíces.

Estas plantas se desarrollan en extensas praderas cercanas al litoral y desempeñan un papel crucial para la prevención de la pérdida de arena de las playas, ya que, al formar una barrera natural, contribuyen a la fijación de los sedimentos y la arena. 

Las praderas de posidonia son, además, santuarios de vida para una amplia comunidad de fauna submarina integrada por peces, camarones, cangrejos y esponjas que encuentran en ellas un lugar ideal para alimentarse, refugiarse y reproducirse. Para el desarrollo de esta planta marina son necesarias condiciones ambientales muy estrictas: aguas limpias y oxigenadas y sin atisbo de contaminación. Además, es necesario que no se produzcan cambios bruscos de temperatura o salinidad.

Cerca de este enclave se encuentra el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar que posee un destacado patrimonio natural y cultural.

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Isla de San Andrés

El monumento natural Isla de San Andrés es un referente para la población costera de Carboneras. Situada frente a la playa de La Puntica, se trata de un promontorio de escasas dimensiones y origen volcánico que alberga, en su aproximadamente una hectárea, una enorme riqueza natural.

En las grietas, cráteres y oquedades de los fondos de la isla de San Andrés viven animales como meros, corvinas, sepias, pulpos y cangrejos que desovan y se alimentan en las extensas praderas de Posidonia oceánica que se desarrollan en esta zona.

En la superficie de la isla, se pueden divisar aves marinas como pardelas, cormoranes o paíños. Algunas de estas especies tienen en esta isla alejada de la costa un lugar seguro de anidamiento. Es el caso de la característica gaviota patiamarilla.

Los visitantes pueden disfrutar también de peculiares paisajes próximos como la hermosa playa de los Muertos, ubicada en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, o realizar una visita cultural a la cercana Carboneras en la que destacan fortificaciones defensivas como la Torre del Rayo, el Castillo de San Andrés o la Torre de la Mesa de Roldán.

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Piedra Lobera

Piedra Lobera es una espectacular formación caliza con paredes escarpadas que sobresale en la lejanía y conforman un paisaje muy característico. Cuenta la tradición que en este paraje se exterminaron los últimos ejemplares de lobos que existían en estas sierras. En esta creencia popular puede estar el origen del nombre con el que conoce a este monumento natural.

Piedra Lobera está ubicada en el extremo oriental del Sistema Bético, dentro de la comarca del Alto Almanzora, más concretamente en la Sierra de Lúcar.

Además de su importancia como elemento paisajístico singular, en Piedra Lobera se reproduce una importante flora adaptada a la escasez de lluvias, vientos fuertes, periodos largos de insolación y frecuentes heladas que se dan en esta zona de suelos pedregosos.

De este modo, podemos encontrar especies exclusivas como la Arenaria tomentosa, que crece entre las rocas. Esta planta sobrevive a los fuertes vientos gracias a su forma de almohadilla y se defiende de la incisiva luz gracias a los pequeños pelillos que le sirven para reflejar los rayos solares. Otras especies que podemos observar en Piedra Lobera son la madreselva del pirineo, que vive al abrigo de las fisuras de las rocas, y la rosa de los montes, la peonía, a la que desde la antigüedad se le reconocen propiedades medicinales, aunque puede ser tóxica en determinadas concentraciones.

Los visitantes del monumento natural Piedra Lobera pueden aprovechar para conocer también el bonito callejero del próximo pueblo de Lúcar. Muy cerca, en la pedanía de Cela, se encuentra el nacimiento de un manantial de aguas termales que confluyen en la Balsa de Cela, en la es posible darse un reconfortante baño.

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La aceituna prieta, de producto residual a gourmet en un año

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Ajo, pimiento choricero o ñora, comino orégano, aceite de oliva virgen extra y especias. La proporción para el aliño sólo la sabe Antonio Sánchez, un joven emprendedor de Arahal (Sevilla) que un día creyó que la aceituna prieta, manzanilla fina que madura en el árbol hasta volverse negra, no podía ser sólo un producto residual abandonado en el campo o cogido en pequeñas proporciones para consumo doméstico. Después de un año de trabajo, ha dado un valor añadido al largo recorrido de este producto natural y ni tiempo tiene de salir a venderlas porque, dice "se venden prácticamente solas". Junto con el paté de prietas, lo ha convertido en una delicia para líneas de alimentación gourmet.

Su empresa se llama La Prieta S.L. Prepara y envasa aceitunas prietas y paté, utilizando la misma fórmula. Y se ha convertido en la única empresa que trabaja esta variedad. Antonio Sánchez en cada evento o feria insiste en explicar a quienes se acercan a su stand sobre todos los beneficios de su idea empresarial. El primero es que los agricultores cada vez menos abandonan la aceituna en el campo.

Hasta ahora, las aceitunas prietas eran de consumo doméstico. Desde hace poco tiempo, empienzan a verse en algunos establecimientos del entorno de Arahal y Sevilla. Son especialmente consumidas en el desayuno porque desde hace siglos, esta variedad, que no es más que la manzanilla fina de los olivos arahalenses en su punto máximo de maduración, servía de base fundamental para aportar energía que soportara las largas peonadas en el campo. Una tostada con aceite de oliva virgen extra y unas cuantas de estas aceitunas daban tregua al estómago hasta bien entrada la tarde.

La prieta es la aceituna manzanilla madura

Los agricultores hasta ahora dejaban una pequeña parte de la producción en el olivo cada año, bien porque durante la campaña de verdeo el producto en determinadas zonas aún no estaba maduro o porque en pagos concretos hubiera poca aceituna en los olivos y no mereciera la pena “verdearla”, es decir, cogerla a mano. Esto ocurre cuando la proporción de kilos por día recogido no paga los gastos de la mano de obra, por lo que no es rentable recogerla.

Por esta razón, se trataba de un producto residual pero con la misma calidad que la aceituna de verdeo o aún mejor ya que, al terminar el proceso de maduración en el árbol, no necesita de cocción ni de ningún componente químico para volverlas negras, como pasa por ejemplo con las que se preparan para exportar a países como Estados Unidos, donde tanta polémica ha habido en el último año a causa de los aranceles impuestos por este país.

Por tanto, la aceituna ya madura, con un color negro o morado oscuro, se dejaba en el campo y, una vez terminaba el verdeo, el agricultor a veces las cogía para consumirlas en su casa. El antiguo proceso de preparación para su consumo consistía en extenderla en una superficie plana, echarle sal y peso encima para que fuese soltando el agua hasta casi convertirse en pasa. Una vez está en su punto, se aliña, pero poco a poco. Porque, hasta ahora, no se había encontrado la fórmula para que, una vez aliñadas, la prieta durase más de cuatro o cinco días.

Antonio Sánchez llevaba 8 años trabajando en un surtidor de gasoil de una cooperativa de agricultores (Labradores de La Campiña) cuando decidió montar esta empresa con el objetivo de comercializar la aceituna prieta. Su actividad en la cooperativa la compaginó con el estudio de las características de esta aceituna y, sobre todo, con las pruebas para aumentar el periodo de caducidad para su consumo, siempre de la mano de técnicos del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA). Era el gran hándicap a la hora de comercializarla.

La estrella de la empresa: el paté

Cuando decidió montar la empresa, sabía mucho de la aceituna prieta, pero un año después, una de las cosas que ha averiguado es que, sin esperarlo, la prieta era la mejor base para un paté que se ha convertido en el producto estrella de su novedosa empresa. “Se trata de la aceituna, sin hueso, aliñada y emulsionada”, comenta. De manera que cambia y mejora el sabor.
Pero, además de comercializarlo, con una preparación completamente artesana y una caducidad para su consumo de cuatro meses, ha puesto en valor un producto con muchas posibilidades de futuro. De momento, dice que aún no ha tenido tiempo de salir a vender porque la producción se ha agotado en cada feria y simplemente han llegado solicitud de pedidos por la promoción realizada en las redes sociales. Es la única empresa que ha puesto en el mercado esta variedad de aceituna y de aliño y el paté. Ahora, los agricultores de Arahal, ya “abandonan” la aceituna pero con el objetivo de, en estas semanas, llevarla a La Prieta S.L. Por lo que “nada se desperdicia”.
El próximo paso es conseguir que toda la producción sea ecológica -de momento sólo tiene unos 5.000 kilos-. Porque la sociedad tiende al producto natural, sin tratamientos químicos y porque, según precisa este joven empresario, “la única parte no ecológica de este producto es el origen, la elaboración es completamente ecológica”.
Su próximo destino es Francia, de la mano de la Cámara de Comercio de Sevilla, de ahí que sea tan importante para el futuro de la empresa que el producto llegue desde olivos ecológicos.
La aceituna prieta te atrae por el olor y sabor tan especial que le da el aliño. Antonio Sánchez se guarda qué especias y cuál es la proporción, porque en su aceitunas prietas hasta ese detalle cuenta para hacerlas únicas en el mercado.

Bajo de Guía y alrededores: seis recomendaciones imprescindibles para comer en Sanlúcar

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Salir a comer a la calle y acertar. Es el objetivo de cualquiera, sea en su propia ciudad o como turista, y eso en Sanlúcar de Barrameda está casi garantizado. Son muchos los bares y restaurantes que ofrecen una calidad por encima de la media y a un precio que puede sorprender al que llega de grandes ciudades.

Bajo de Guía es un antiguo barrio de pescadores que se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la localidad sanluqueña por ser un referente gastronómico. Aquí lo de acertar está garantizado porque la materia prima es de primerísimo nivel y al buen pescado y marisco se han ido sumando algunas innovaciones para ir acorde con los tiempos.

La calle Pórtico de Bajo de Guía se encuentra en plena desembocadura del Guadalquivir, esa zona que une Sanlúcar con Doñana, y las vistas ya son en sí mismas un aliciente para elegirla. Pero vamos a hablar también de otros emplazamientos cercanos que no deben pasar inadvertidos porque ofrecen una cocina complementaria e interesante.

Como en cualquier sitio, es importante saber qué pedir para no pagar más de lo aconsejable, a no ser que se trate de una ocasión especial en la que no se miran los precios de la carta. 

Casa Bigote

Puede ser uno de los grandes referentes de Bajo de Guía y cuenta con dos locales: un restaurante y una taberna con un concepto más informal. En 1951 Fernando Hermoso, patriarca de la Familia Bigote, abrió una pequeña taberna y en la actualidad trabaja la tercera generación, Fernando y César, comandados por Fernando Hermoso padre.

"Tenemos la convicción de que hay que mantener la filosofía que se implantó desde que empezó mi abuelo con el negocio, no como restaurante, sino como despacho de manzanilla. Mi padre en el año 69 se hizo cargo de la barra y puso los primeros guisos y siempre pensamos que Sanlúcar tenía unos productos tan suyos y tan exclusivos que había que echarle el máximo cariño para ponerlo en valor", explica Fernando Hermoso.

"Nos basamos en el pescado y el marisco exclusivamente porque creemos que es donde podemos sacar lo mejor. Inicialmente poníamos los guisos que se hacían a bordo del barco y siempre tenemos como base la cocina tradicional", añade.

Si el objetivo es comer con tranquilidad hay que elegir el restaurante y si se busca algo más rápido la taberna es ideal. En cualquiera de los dos se puede disfrutar de platos imprescindibles como la corvina en salsa tártara, la hamburguesa de bacalao al queso o el marrajo con patatas a lo pobre. Si el presupuesto no es un problema, el marisco es una gran opción.

Avante Claro

Dentro de la oferta que ofrece Bajo de Guía, este restaurante es una opción muy interesante porque se pueden encontrar productos clásicos y también nuevas creaciones. Ángel Rodríguez, jefe de sala, afirma que "el punto fuerte de Bajo de Guía es el propio Bajo de Guía. La competencia no es tal, lo bueno es que puedes elegir entre muchos locales y diferentes cocinas. Nosotros le damos un punto diferente a los demás, un sello distinto, pero lo bueno es la materia prima, el clima y el buen servicio".

"Los langostinos son el producto estrella, que se cuecen al momento, pero también tenemos platos de autor como la morcilla de atún (atún molida al horno con salsa de queso blanco y reducción de Pedro Ximénez) o el falso maki de langostinos con tomate", explica.

El abanico es amplio porque se puede disfrutar de un buen pescado o de las clásicas coquinas, pero también está la opción en temporada baja de una cena degustación de siete platos con un postre, ya con un servicio más especializado.

Avante Claro cumplió 25 años en octubre y ya queda lejos esa etapa en la que abría a las cinco  de la mañana para dar desayunos a los marineros. Ahora tiene 36 referencias de manzanilla, una carta de jereces con 25 palos cortados y una firme apuesta por el vino de la tierra. 

El Mirador de Doñana

Otra parada de obligado cumplimiento en Bajo de Guía es este establecimiento, regentado en la actualidad por José Manuel Parejo, Pigüi. "Lo hemos modernizado en cuanto a la terraza y la infraestructura, pero no en la restauración porque seguimos siendo un clásico. Ofrecemos pescado frito, langostinos, guisos marineros, rape al pan frito o raya a la naranja agria. La sopa de galera la tenemos algo evolucionada porque no se hace como siempre en esta casa, pero está muy demandada", explica.

Si la idea es salir de lo tradicional, en el Mirador se ofrecen crudos como el carpaccio de carabinero, el tartar de atún, tataki y cuatro texturas envueltas en alga Nori. "El enclave es único en España y en el mundo. De aquí partió la primera circunnavegación y si el río este hablara, contaría grandes historias", dice Pigüi. Como su nombre indica, está diseñado para comer disfrutando de las vistas de Doñana y eso le da otra dimensión a la visita.

Rincón Bético

Carlos Juez está al frente de un establecimiento que no está en Bajo de Guía, pero que ofrece tanta calidad que son muchos los forasteros que se las apañan para encontrar el Callejón de Guía para probar lo que ofrece ese bar del que todos hablan.

"Es una tasquita que la llevaba un cuñado mío que falleció hace 23 años. Yo trabajaba en la solería, pero estaba la cosa mala y me dio por abrirla. Empezamos a poner avellanas, un guiso de garbanzos, sangre con tomate... Fuimos un día a pescar y empezamos a poner mojarritas y un amigo me preguntó que por qué no ponía pescado frito y ahí empezamos", recuerda el dueño del local.

¿Por qué le llegan clientes de Madrid, Bilbao o Pamplona? "Lo que hago es cambiar el aceite a diario, porque es fundamental, y comprar el mejor pescado que entre en el muelle. También no mirar el reloj y no ser abusivo con el precio. La gente aquí no viene, hay que traerla. Bajo de Guía y el centro tienen mucho nombre y coge de paso, pero aquí es más complicado y se trae a la gente a base de dar la máxima calidad. Es autoservicio y eso conlleva que los precios son más reducidos porque no voy a cobrar un camarero que no existe", señala Carlos.

El rey del Rincón Bético es el choco entero frito, que es complicado de encontrar en cualquier otro sitio. Todo lo que se ofrece es fritura, menos langostinos y gambas, que son cocidos. Pero es tal la calidad que en mayo suelen tener el mes de agosto completo de reservas.

Doña Calma y el Veranillo de Santa Ana

Tampoco están en Bajo de Guía, pero son dos establecimientos cercanos, pertenecientes a un mismo dueño y que ofrecen una gastronomía de primer nivel a precios razonables. Hermenegildo Hidalgo, conocido como Gildo, está al frente del gastrobar Doña Calma y junto a sus hermanos Miguel y José trasladan a los dos establecimientos sus estudios de gastronomía.

"Aquí hacemos algo diferente y nos salimos del pescaíto frito. Hacemos algo más elaborado. Trabajamos muy bien el atún rojo y los arroces. En Doña Calma tenemos tres tipos (risotto verde con langostinos y setas y y arroz negro meloso con choco y langostinos) y diez diferentes en el Veranillo. Vamos jugando mucho con los fueras de carta de temporada para que la gente no se aburra", afirma Gildo.

Reconoce que "al principio costó bastante porque el público no sabía lo que teníamos, pero cada vez viene más gente y busca este tipo de cocina. El turista se puede cansar a los pocos días de comer siempre lo mismo y aquí nos salimos de lo habitual". El Veranillo de Santa Ana es un clásico de Sanlúcar pero que ahora ofrece un toque de modernidad.

Oleoturismo en Jaén: un viaje a la esencia del olivo

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El oleoturismo está de moda y en la provincia de Jaén, son ya decenas las propuestas que permiten hacer ese viaje a la esencia del olivar, profundizar en su cultura, abrir los ojos del visitante a un mundo, para muchos nuevo, que no se limita al oro líquido encerrado en una botella y al fruto que la produce.

Museos, almazaras, restaurantes especializados, alojamientos rurales, cortijos, fiestas, degustaciones y catas de aceite, etc., son las distintas paradas de un viaje donde se puede conocer in situ el proceso de producción del aceite, desde el cultivo del olivar, pasando por la recogida de la aceituna en el campo, hasta llegar a su extracción y envasado en la almazara y a la que se van uniendo otras experiencias novedosas.

Primera almazara turística

Oleícola San Francisco, situada en la localidad de Begíjar, en el corazón de Jaén y junto a las ciudades de Baeza y Úbeda, fue la primera Almazara Turística de la provincia de Jaén con registro en la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía y un referente a nivel mundial en Oleoturismo. Cada año llegan personas desde distintos puntos del mundo para descubrir todos los secretos del aceite de oliva, viviendo su esencia en primera persona. Desde que comenzaron en 2011 en este mundo del oleoturismo han pasado por sus instalaciones más de 30.000 visitantes, llegados de mas de 50 países.

Actividades

Desde 7,50 euros, si la visita es individual y 3,50 euros si se forma parte de un grupo, se puede realizar una visita a la almazara, donde se introduce al participante en la provincia de Jaén, su paisaje, su olivar, variedades, los tipos de aceite que se elaboran, el cómo y porqué de cada uno de ellos. Se puede ver la antigua almazara, donde se elaboraba el aceite hace más de 20 años: antiguos sistemas de prensas, capachos, y la fábrica moderna, para entender con detalle el cambio tecnológico que ha experimentado el sector. Finalizando con una degustación y cata de sus Virgen Extra Esencial Olive, aprendiendo a catar un aceite, y a identificar sus matices.

También, ofrece tres experiencias: Alma y olivar, Aceituneros por un día y Oleo renacimiento. La primera incluye un paseo por el olivar para conocer in situ el árbol milenario, interpretar su paisaje, descubrir su fruto y una visita guiada con cata de aceites a la almazara. En la segunda se va más allá y el visitante puede ponerse en la piel de los aceituneros, yendo al olivar, con los enseres tradicionales para participar en la recogida simbólica de la aceituna y marchar después a la almazara para ver qué ocurre con el fruto. Y en la tercera, pensada para un fin de semana, se compone de tres visitas: a la almazara, y a las dos ciudades renacentistas, Patrimonio de la Humanidad, de Úbeda y Baeza.

Sin olvidarse de la gastronomía, combinándolo con una visita o haciéndolo por separado, ofrecen en la almazara el tradicional desayuno molinero, que los trabajadores solían tomar, en el que no faltan tortas o bizcocho de aceite, pan de pueblo, jamón, queso, tomate triturado y aceitunas aliñadas. También se puede tomar el aperitivo en la almazara con algunos de los platos más icónicos de la gastronomía de la zona, paté de perdiz, lomo de orza en AOVE,  regañas  y ochios típicos de pimentón, entre otros platos. 

Sentados en el interior de la fábrica antigua, rodeados de las antiguas prensas y maquinarias, o en un patio andaluz, se puede tomar la comida "Degusta Jaén",  donde además de probar algunos de los platos anteriores se puede degustar cogollos con aceite y anchoas, ochios con atún y tomate, o salmorejo con virutas de jamón y AOVE.

También ofrecen un taller de tapas donde se muestran a los visitantes algunos ejemplos en una actividad participativa, en la que puede preparar ellos mismos varias tapas y sangría. 

Aceite, olivar y caballos

En la comarca de la Campiña, en Arjona, justo en medio de un mar de olivos y en la tierra en la que cuentan que montaba a caballo Mohamed ibn Yusuf Ibn Nasar, conocido como Alhamar, primer rey nazarí de Granada, se encuentra una de las últimas incorporaciones al oleoturismo de la provincia de Jaén: Oleorasa Tour.

Apenas si lleva unos meses en funcionamiento, ya que se inauguró oficialmente en el mes de septiembre de 2018, y nace del fruto de la pasión por el olivar y el mundo del caballo de su fundador, Francisco Sánchez. Oleorasa Tour busca dar una visión del mundo del olivar y del todo el proceso de elaboración del aceite de oliva virgen extra, con visitas a la almazara, pudiendo ver la fabricación antigua y la nueva, desayuno molinero, cata de aceites, y donde se puede conocer el olivar, tanto a caballo como en coche de caballos. La empresa ofrece además la visita de sus instalaciones hípicas, donde se puede ver una exhibición de monta o enganche. Un lugar donde también se dan clases de equitación y terapia ecuestre, entre otras actividades. Desde su inauguración han pasado por las instalaciones grupos de escolares que han conocido de primera mano como se produce el aceite de oliva y sus características.

Apadrina un olivo

En Cortijo Espíritu Santo, ubicado en el término municipal de Úbeda, se puede disfrutar, durante aproximadamente dos horas, de una visita guiada al olivar, para observar estos árboles centenarios y las técnicas de cultivo que se realizan según temporada. Incluye una visita guiada a la almazara  para conocer todo el proceso desde que entra la aceituna en la almazara hasta que está el aceite en bodega y la degustación comentada de los aceites Cortijo Spiritu Santo, apreciando las sensaciones olfativas, gustativas y retronasales que se experimentan al probar un aceite de oliva virgen extra. 

Esta empresa familiar, ofrece además, la posibilidad de apadrinar un olivo, una iniciativa por la que a cambio de un precio se recibe un certificado de apadrinamiento, una foto del olivo apadrinado, un delantal, poder visitar el olivo asignado una vez al año y aceite de oliva virgen extra.

Con propuestas como las anteriores, sólo un ejemplo de una amplia variedad, el aceite de oliva virgen extra nos invita a recorrer la provincia de Jaén. A ellas se unen más de un centenar de recursos como spas, almazaras, cortijos, empresas de cosméticos, servicios turísticos, alojamientos singulares, restaurantes, oleotecas, empresas de catas de aceite, museos y centros de interpretación que buscan no solo poner el foco en la riqueza paisajística del bosque ordenado de más de 66 millones de olivos de la provincia, sino además abrir la puerta a un mundo de posibilidades turísticas, leyendo la historia de unos árboles centenarios que se han dejado domesticar para producir el mejor aceite del mundo.

Viaje en el tiempo en Jaén, donde se esconde el corazón del pueblo íbero

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La máquina del tiempo que es la historia y sus monumentos no siempre enfoca a los mismos lugares. Y, aunque los íberos y su cultura son esenciales en el pasado de los pueblos de España, no se les ha prestado la suficiente atención. Hasta ahora. 

Jaén, de la mano de la Diputación de la provincia, se ha convertido en el corazón del pasado íbero y ha abierto una auténtica puerta en ese túnel del tiempo que merece la pena ser explorada. Nos traslada a tiempo prerromano, en plena Edad de Hierro; exactamente del siglo VII al I antes de Cristo. Será un viaje con siete paradas, todas dentro de la provincia de Jaén. 

Castellar, donde podremos recorrer el santuario ibérico de la Cueva de la Lobera, el lugar al que iban a rendir culto a sus dioses.

Vilches, con su ciudad fortificada (u Oppidum) de Giribaile, una de las más grandes de Jaén.

Linares, donde la historia nos lleva hasta Cástulo, una ciudad íbero-romana; 70 hectáreas para recorrer los restos de lo que fuimos que nos explican cómo unas culturas dieron paso a otras.

Ibros, el lugar para contemplar una muralla tan imponente que sólo los cíclopes podrían haber sido sus artífices.

En Peal de Becerra recorreremos la delgada línea entre la vida y la muerte al visitar las tumbas principescas de Toya y Hornos, que han ofrecido información sobre las creencias de los íberos, sus ritos funerarios y su estructura social, enormemente jeraquizada.

La necrópolis de Porcuna nos permitirá conocer la ubicación del conjunto escultórico más importante de toda la cultura ibérica y que hoy en día se puede contemplar en el Museo de Jaén.

Y para terminar, Jaén capital, donde podemos volver a la vida cotidiana a través de la visita al oppidum de Puente Tablas y resolver todas las dudas que tengamos en el Museo Íbero inaugurado a finales de 2017, "el único en el mundo en su género". Actualmente puede visitarse la exposición temporal titulada “La dama, el príncipe, el héroe y la diosa”, en la que a través de estos cuatro personajes prototípicos del pueblo íbero - como explica el Museo- se invita al público a realizar un recorrido científico por esta cultura que tuvo un amplio desarrollo en la provincia jiennense y que se extendió a lo largo de seis siglos. 

Se trata de un viaje fructífero para el que no necesariamente hay que seguir el orden propuesto. Un viaje necesario a nuestro pasado y al de un pueblo que ocupó el sur de España y Levante y cuya herencia merece la pena conocer y poner en valor. 

No en vano, el presidente de la Diputación Provincial de Jaén, Francisco Reyes, ha querido presentarlo en la prestigiosa Feria Turística FITUR para conmemorar el 20º aniversario del lanzamiento del producto turístico “Viaje al Tiempo de los Íberos”. Así, a la oferta monumental relacionada con los íberos en la provincia, se sumarán numerosas propuestas de música, teatro, jornadas y concursos, entre otras iniciativas, que se desarrollarán a lo largo del 2019.

Tras las huellas del Cuaternario en el norte de Granada

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No hace falta salir de España para observar un paisaje igual de impresionante que el Gran Cañón del Colorado o el Valle de la Muerte. Basta con pisar las tierras del norte de la provincia de Granada. Allí se encuentra uno de los paisajes más singulares de la Península Ibérica: una sucesión semidesértica de decenas de miles de cárcavas (socavones en rocas y suelos), rodeadas de sierras y las cumbres de Sierra Nevada, que nada tienen que envidiarle a las de Arizona o California. Es el Geoparque del Cuaternario de los Valles del Norte de Granada, un vasto territorio natural cuyo hilo conductor es la historia geológica de un río y un lago que, rodeados por algunas de las montañas más altas de la península ibérica, dominaron durante cinco millones de años.

Durante ese periodo, en estas tierras se generó, además, uno de los mejores registros de rocas y fósiles del periodo Cuaternario de todo el planeta, con el más extenso conjunto de yacimientos paleontológicos de grandes mamíferos continentales de Europa, desde la perspectiva territorial así como desde la perspectiva cronológica.

En total, 1.410 kilómetros cuadrados, repartidos entre las comarcas de Guadix, el Altiplano y los Montes, de tierras inhóspitas de una belleza singular que incluyen un sinfín de lugares de interés, algunos de ellos de relevancia internacional. Aquí algunos de ellos:

Valle del Río Gor

A lo largo de miles de años, y en su discurrir por el norte de la provincia de Granada, el río Gor abrió un profundo y estrecho cañón cuyo fondo ocupa un espectacular valle que a través de los siglos ha albergado diferentes culturas, restos de las cuales se encuentran en varios asentamientos arqueológicos y, sobre todo, en los múltiples dólmenes que hoy pueden ser visitados en el Parque Megalítico de Gorafe.

En total, 240 dólmenes neolíticos diseminados en diez necrópolis, lo que supone una de las mayores concentraciones de este tipo de monumentos funerarios de España y hasta de Europa.

En la zona también se ubica el Centro de Interpretación del Megalitismo de Gorafe, que en 600 metros cuadrados explica al visitante qué es el megalitismo en su contexto cronológico y cultural. El centro, que cuenta con cinco espacios expositivos dotados con las últimas tecnologías y medios audiovisuales, también narra cuáles eran las sociedades que construyeron los monumentos megalíticos, en qué época vivieron y cuál era su forma de vida.

Estación Paleontológica Valle del Río Fardes

Propiedad del Instituto Geológico y Minero de España, esta Estación nació en 2010 en el municipio de Fonelas para coordinar de forma paralela investigación, divulgación y docencia en torno al yacimiento de grandes mamíferos de inicios del Pleistoceno de Fonelas P-1. En la actualidad, alberga miles de fósiles de grandes mamíferos de dos millones de años de antigüedad. En concreto, 3.000 huesos fosilizados que representan a 38 especies de animales, entre las que se encuentra 24 grandes mamíferos como jirafas, rinocerontes, mamuts, félidos con dientes de sable, guepardos, cebras, hienas, tejones, lobos, chacales o linces.

Esta gran riqueza faunística sorprende por su variedad y permite una aproximación a lo que fue el sur de la Península Ibérica hace 2 millones de años. En los restos encontrados sorprende el mosaico de especies autóctonas coexistiendo con especies oriundas de África y Asia, lo que indica la existencia de importantes dispersiones faunísticas a lo largo de Europa en las que pudo estar implicado el género humano.

Desierto de los Coloraos

Es considerado uno de los paisajes más singulares de Europa y por méritos propios: sus grandes cárcavas y las formaciones de areniscas de diferentes colores recuerdan a los espectaculares parajes de películas y documentales. Este bellísimo paraje está ubicado en la localidad de Gorafe y su nombre se debe al color predominante en las formaciones geológicas de sus tierras arcillosas, aunque conforme avanzan las horas del día el desierto ofrece una paleta de colores de lo más variopinta en la que predominan los ocres, bermellones y amarillos.

El amanecer y el atardecer son los momentos ideales para disfrutar en todo su esplendor del sobrecogedor paisaje caracterizado por las caprichosas formas que la erosión ha edificado: relieves en ‘badlands’, también llamadas ‘malas tierras’ por la aridez y el carácter abarrancado que presentan.

Para acceder a 'Los Coloraos' es imprescindible contar con un todoterreno o, mejor aún, con los servicios especializados de una de las varias empresas que ofrecen visitas guiadas.

Mirador del Jabalcón

Desde una altitud de 1.492 metros, este cerro aislado situado en la Hoya de Baza y con una silueta inconfundible, domina las sierras de seis parques naturales, además de la altiplanicie de Baza, el pantano de Negratín, uno de los más grandes de Andalucía, y los baños termales de Zújar que ya aprovecharon los romanos. Una espectacular panorámica de 360º sobre gran parte del norte de la provincia de Granada que ayuda, sin duda alguna, a comprender su singular geología.

A este atractivo turístico natural se puede acceder en carretera, situado a once kilómetros de Zújar, y también se puede alcanzar el mirador con la práctica del senderismo a través de la delimitación de una ruta natural adecuada para este deporte. Además de esta belleza paisajística, el cerro de Jabalcón, donde está emplazado el mirador, es otro atractivo muy concurrido y apreciado para la práctica deportiva de vuelos como el parapete, vuelo deltas y vuelo sin motor.

Mirador del Fin del Mundo

Al Fin del Mundo se llega andando tras tomar una pista a la entrada del municipio de Beas de Guadix. Con las cimas de Sierra Nevada al fondo, este promontorio es el lugar perfecto para disfrutar de unas excelentes vistas de los desiertos y ‘badlands’ del norte de la provincia de Granada, así como de los paisajes que permiten comprender la evolución geológica de toda esta comarca.

Desde la zonas más altas, se pueden contemplar las montañas calizas de la Sierra de La Peza o Lugros y en un segundo nivel, el Camarate, el bosque mejor conservado de Sierra Nevada, que se viste de mil colores en otoño, así como los 'badlands' formados por la erosión de la arcilla, con las Cárcavas de Marchal como uno de sus referentes. Y es que estas peculiares formaciones de tonalidades marrones y ocres sobre el verde de la vegetación, declaradas Monumento Natural,  constituyen un conjunto de gran atractivo visual.

La Casa de Sefarad: el hogar de la cultura judeoespañola en el corazón de Córdoba

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Córdoba es una ciudad para perderse y nada mejor que hacerlo por su recoleta judería, una enrevesada red de blancas y estrechas calles y pequeñas plazas en las que detenerse para saborear una historia que nos remite a la forma de vida de los judíos que, durante casi cinco siglos, nacieron, vivieron y murieron en España hasta su expulsión en 1492.

Muy cerca de la sinagoga, a pocos pasos de la estatua de Maimónides –que los universitarios de la ciudad visitan en época de exámenes en busca de inspiración– se encuentra la Casa de Sefarad, un espacio cultural y museístico que lleva veinte años empeñado en recuperar y restaurar la huella y la identidad judeoespañola.

Visitar la Casa de Sefarad supone una experiencia cultura gozosa pensada para los que quieren realizar una actividad diferente, que tiene como base ese patrimonio intangible que no se puede tocar pero que forma parte de cada uno de nosotros y que nos llega a través de la lengua, la música, la gastronomía o las costumbres tradicionales. 

El museo comenzó su andadura a finales de 1999 gracias a la iniciativa del historiador Sebastián de la Obra, que asegura que Córdoba es el lugar ideal para acogerlo porque, aunque otras ciudades se disputan el título, podemos considerarla “la capital de Sefarad”, ya que esta ciudad andaluza reunió al mayor número de pensadores, poetas y talmudistas a lo largo de toda la historia judía de la península. Entre estos estudiosos y artistas destaca la figura de Maimónides, que, como recuerda De la Obra, es “la cumbre del pensamiento humanista de la Edad Media”.

La huella urbana judía en Córdoba es excepcional, “tanto en extensión como por su riqueza”, e “impresionante por su valor simbólico”, explica el director del museo. El paseante se puede demorar más de una hora por las callejuelas de la judería sin dejar de percibir la apabullante presencia judía que más de cinco siglos de historia dejaron en la ciudad. También puede disfrutar con la belleza de sus casas y hacer un alto para reponer fuerzas en algunas de las pequeñas tabernas que encontrará durante el recorrido.

El hermoso edificio que aloja el museo dedicado a Sefarad es una construcción del siglo XIV, que conserva algunos elementos patrimoniales de esa época, pero que ha sido reconstruido en el siglo XX. Está en una importante encrucijada del barrio judío, frente a la sinagoga y, “por esas casualidades poéticas de la vida”, comenta De la Obra, hace esquina con la calle Averroes, “que es el gran filósofo musulmán que tuvo que huir de España”.

Casa de Sefarad: una iniciativa privada

La Casa de Sefarad es un proyecto poco frecuente también desde el punto de vista económico porque es totalmente privado y no ha contado para su desarrollo y mantenimiento con ninguna ayuda pública. El museo pervive con recursos propios y funciona “con una enorme pasión y una gran inteligencia creativa”, como explica su director.

Los visitantes de la Casa de Sefarad acceden a este espacio que nos traslada a otro tiempo y a otra cultura a través de un discreto zaguán, donde se encuentra la recepción en la que comprar los tickets para las visitas libres y las muy recomendables visitas guiadas, y que da paso a un hermoso patio que conserva todo el sabor de la construcción original.

El recorrido se divide en tres grandes bloques. El primero se centra en la huella judía en la península. Pese a que no existen muchos elementos patrimoniales tangibles, los 1.400 años de convivencia se dejan notar en el pensamiento, en las tradiciones, en la gastronomía y en toda una red de influencias mutuas.

Una segunda línea de la visita la protagoniza la diáspora y se centra en qué fue de los judíos que tuvieron que abandonar España en 1492. Esta parte está protagonizada por la lengua, la música y la cocina y los elementos comunes que se pueden rastrear en comunidades sefardíes de puntos geográficos tan dispares como Ámsterdam, Marruecos, Salónica o Sarajevo.

Para Sebastián de la Obra, la última etapa del recorrido por la Casa de Sefarad es quizás “la más apasionante” y trata de desvelar qué paso con los judíos que se quedaron en España, esos judeoconversos, cristianos nuevos, criptojudíos o, despectivamente, marranos que se sienten judíos pero que no celebran sus tradiciones y “viven en la esquizofrenia, que diríamos actualmente, de aparentar una cosa y ser otra”. Su influencia en nuestra cultura es insustituible y podemos rastrearla a lo largo de los siglos en nuestra literatura y en nuestras costumbres y también en algunos de nuestros dichos populares.

La Casa de Sefarad es una isla en mitad de una ciudad atestada de turistas y “con un patrimonio musulmán y cristiano con el que es difícil competir”, como comenta el director de un museo que brinda al visitante una narración histórica rigurosa y cercana y que no se limita al socorrido vídeo informativo que podemos encontrar en otros centros de estas características.

Merece la pena acercarse a esa riqueza que no se ve a simple vista y que apenas podemos tocar, pero que podemos disfrutar poniendo alerta nuestros sentidos para descubrir la historia de los judíos españoles y lo mucho que aún conservamos de ellos.

 

La ciudad ibero-romana de Ocuri: un yacimiento con Q de Calidad

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La ciudad ibero-romana de Ocuri, en Ubrique (Cádiz), es una de las joyas del patrimonio cultural andaluz y es también un ejemplo de cómo desde la gestión municipal se puede revitalizar un enclave que durante muchos años estuvo casi olvidado. Ahora, esta apuesta ha dado sus frutos porque la ciudad ibero-romana acaba de ser certificada como el primer yacimiento arqueológico de España en obtener la marca Q de Calidad Turística. En concreto, se han valorado dos aspectos fundamentales: la excelencia en la gestión del yacimiento y su conexión con la actividad industrial del municipio ubriqueño –mundialmente conocido por la calidad de sus manufacturas en piel–, ya que las tenerías más antiguas de este pueblo serrano se localizaron en Ocuri.

La Q de Calidad es un distintivo que solicitan los enclaves que quieren obtener este prestigioso sello y supone un largo proceso, que en el caso de Ocuri se ha extendido durante más de un año y ha implicado, por ejemplo, la mejora del centro de visitantes del yacimiento y el afianzamiento de las visitas guiadas, que se realizan tres veces al día de martes a domingos.

También se ha consolidado la programación de actividades culturales que se celebran en Ocuri. Por ejemplo, los segundos sábados de cada mes los visitantes pueden disfrutar de una visita teatralizada que corre a cargo de la veterana asociación Romanos de Ubrique. Además, se celebran conciertos, obras de teatro, concursos fotográficos y hasta encuentros para contemplar el cielo nocturno.

La ciudad romana de Ocuri se sitúa en la cima del Salto de la Mora, un cerro calizo que está a un kilometro del casco urbano de Ubrique. El acceso al yacimiento se encuentra a pocos metros subiendo por la carretera que une los municipios de Ubrique y Benaocaz

El Salto de la Mora en un hermoso paraje y un punto estratégico desde el que se controla el paso natural hacia la Manga de Villaluenga, por un lado, y la salida hacia el sur de la sierra, por otro. Su privilegiada posición, las fuertes murallas que rodean la ciudad y su extensión nos indican que debió ser un municipio prerromano y romano de gran relevancia, hecho que queda igualmente demostrado por la importancia de los restos arqueológicos que se conservan.

Los investigadores fijan sus orígenes al menos en el siglo VI a.C., aunque la mayoría de los restos que se han encontrado pertenecen a la época romana de la ciudad, que tuvo su máximo esplendor en el siglo II d.C.

Subir hasta el Salto de la Mora desde el centro de visitantes situado al pie del yacimiento es una experiencia de inmersión en la historia y en la naturaleza. El camino está marcado por un sendero que asciende suavemente entre encinas, alcornoques y acebuches y desde el que no es difícil ver cabras que rumian apaciblemente sin echar cuenta de los paseantes.

Lo primero que se encuentra el visitante es la necrópolis romana, que como dictaban las leyes sanitarias de la época, está fuera de los muros de la ciudad propiamente dicha.

Un poco más arriba, se encuentra el Mausoleo, una construcción singular que no tiene igual en toda Andalucía y en cuyo interior se localizan una serie de nichos en los que se depositaban las cenizas de los difuntos. 

Bajo la cúpula de Mausoleo, se debían alojar también ofrendas a los muertos y elementos ornamentales como pinturas y estatuas. Esta construcción está fechada entre los el siglo I y el II d.C. y pudo pertenecer a una poderosa familia ocuritana o bien a un collegium funeraticium, una sociedad destinada a dispensar los servicios funerarios a sus afiliados, como ocurre con nuestras actuales funerarias.

A partir de este punto, el camino se hace algo más empinado y, tras atravesar un trozo de la antigua calzada que ascendía a la ciudad, se alcanza la impresionante muralla ciclópea (construida con grandes piedras sin argamasa), que es de origen íbero, aunque ha sido alterada en varias ocasiones. En el siglo I o II d.C. se modificó la entrada para darle un carácter monumental.

La muralla da paso a la ciudad propiamente dicha. El visitante no puede más que sorprenderse de las dimensiones del núcleo urbano y de la importancia de los restos que en él se encuentran. Varias cisternas de gran capacidad de embalse nos hablan de la importancia del agua en la zona y de la riqueza de estas tierras en este recurso primordial, que forma parte de la historia de Ubrique y que ha sido fundamental para la tradicional industria de curtido de las pieles. En esta zona podemos observar también la llamada Fuente de Minerva.

Un poco más arriba nos encontramos con el foro, la plaza pública, que era el centro de la vida en la ciudad. En el foro se pueden ver restos de tabernas, viviendas y algunos edificios públicos.

La parte más alta de la ciudad, la de mejores vistas, está reservada para las termas, de las que se conservan un conjunto de muros, pavimentos, cisternas y conducciones de unos 460 metros cuadrado, aunque en origen pudo ser más amplia. Debieron construirse entre finales del siglo I d.C y los inicios del siglo II d.C. Son, además, las únicas termas romanas identificadas hasta ahora en la Sierra de Cádiz. El paisaje que se divida desde este punto es realmente extraordinario.

Desperdigados por el recinto, el visitante puede observar también restos de construcciones que una vez fueron las casas de los ocuritanos. Algunas de ellas tiene la planta bastante bien conservada e incluso se aprecian los restos de los hornos donde se cocía el pan. Ocuri nos sigue hablando de la vida y las costumbre de estos romanos de la sierra gaditana.

La ciudad fue descubierta por el ubriqueño Juan Vegazo, que en el siglo XVIII compró un terreno cerca de su pueblo natal con el extraño propósito de encontrar una ciudad romana a la altura de Pompeya a partir de algunos restos arqueológicos que adornaban el agreste paisaje del que se hizo dueño.

Varios siglos después y, tras los muchos avatares sufridos por el yacimiento, entre ellos abandono y vandalismo, Ocuri se consolida como una ciudad ibero-romana única en Andalucía. Los más de 4.500 visitantes que disfrutaron de ella el pasado año –más de 20.000 desde su reapertura en diciembre de 2014– lo certifican.


Hacienda Guzmán: cultura, historia y tradiciones del aceite de oliva en La Rinconada

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Cuando Hernando Colón, el primogénito de Cristóbal Colón, se estableció en Sevilla, decidió que la agricultura iba a ser parte de su vida y cumplió esa visión con la explotación de una finca en La Rinconada (Sevilla) desde la que exportaba aceite de oliva a las Américas. Entre los siglos XVI y XIX, cada una de las tres torres de aquella hacienda albergó un molino de viga, lo que la convirtió en una de las mayores fábricas de oro líquido del mundo.

Hoy día, la Hacienda Guzmán, que cuenta con un molino y una viga de caoba de 15 metros de longitud que datan del siglo XVII, ofrece una fidedigna recreación de la producción tradicional y es un reflejo de la realidad del sector olivarero actual, con instalaciones innovadoras que permiten obtener un aceite de oliva extraordinario. Gracias a la visión de sus responsables, la hacienda es también una referencia mundial en turismo relacionado con el olivar. 

La Fundación Juan Ramón Guillén, que gestiona la iniciativa, está inmersa en un proyecto internacional. Ha conseguido que por la finca de La Rinconada pasen más de 12.500 visitantes de 28 países. 

Álvaro Guillén, patrono de la Fundación, cita varias aspectos fundamentales a la hora de fomentar el oleoturismo. En primer lugar, la apuesta por esta actividad “como el mejor medio para dar a conocer las propiedades beneficiosas del aceite de oliva y la importancia del proceso a la hora de conseguir un producto de calidad”.

Según relata Guillén, en las visitas a la finca “se conocen las diferentes fases del proceso de elaboración del aceite de oliva virgen extra, desde la recolección hasta su obtención en la almazara, así como su evolución a lo largo de los siglos”, y todo, mediante diferentes acciones con el fin de divulgar lo que supone la cultura sobre el aceite.

Los niños, protagonistas

“Además de acercar a los visitantes al origen del producto con las visitas de oleoturismo, prestamos especial atención a los menores en edad escolar, garantizando así la transmisión de la cultura oleícola a las nuevas generaciones”, apunta el portavoz.

Desde 2011, en la hacienda se desarrolla el programa ‘Planeta Olivo’, una actividad lúdico-educativa donde los escolares conocen en qué consiste el proceso de elaboración del aceite de oliva y la importancia de su consumo para llevar una alimentación saludable.

El programa está a punto de superar los 15.000 participantes, con 109 centros educativos de 37 municipios de las provincias de Sevilla y Huelva, que aportan una parte de sus visitantes. Esto se completa con un un programa educativo que posibilita que diferentes colectivos en riesgo de exclusión social tengan un acercamiento al mundo rural andaluz, especialmente al sector del olivar.

Mediante una actividad que combina los aspectos formativo y lúdico, los participantes descubren los procesos de recolección de la aceituna y de fabricación del aceite de oliva, comparando los métodos tradicionales con los más innovadores.

Gracias a esta iniciativa, financiada por la Obra Social La Caixa, más de 1.250 personas de 17 asociaciones y entidades sin ánimo de lucro que atienden a colectivos como familias desestructuradas, niños en riesgo de exclusión social y personas con discapacidad, han participado en sus actividades.

Reconocimientos internacionales

En 2018, la Fundación recibió el Premio a la Activación del Turismo Industrial concedido por la Fundación de Patrimonio Industrial de Andalucía, lo que supone un acicate en su labor social, siempre en torno al oro líquido verde que produce.

Álvaro Guillén cree que hay mucho por hacer aún, pero hay retos para aprovechar, como la candidatura de los Paisajes del Olivar a Patrimonio Mundial de la UNESCO, “un proyecto absolutamente necesario para poner en valor la importancia del sector olivarero en Andalucía". "Nuestra intención es incrementar la visibilidad del sector y sus productos a nivel internacional, reconociendo así a un sector estratégico en Andalucía”, sostiene.

Venta de Vargas: viaje al origen de las tortillitas de camarones

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Hay muchas casas en las que se come bien, pero nada se puede comparar a comer en casa de los Picardo, porque su casa –allí han vivido y trabajado varias generaciones de la familia– es la Venta de Vargas, un restaurante mítico de la Bahía de Cádiz, situado en San Fernando, donde todavía se pueden degustar platos tradicionales realizados con recetas que alcanza más de un siglo de antigüedad.

Catalina Pérez y su nuera María Picardo fueron las precursoras y son referentes del buen hacer entre fogones. Sus salones decorados con azulejos sevillanos y sus paredes repletas de fotografías de famosos, muchos de ellos relacionados con el mundo del flamenco, convierten a la Venta de Vargas en un lugar único en el que se respira el aire de un tiempo en el que la comida se hacía a fuego lento y con mucho mimo.  

La Venta de Vargas se fundó en 1921 con el nombre de Venta de Eritaña y funciona con su nombre actual desde 1935. Manolo Picardo, "Lolo", su actual gerente, forma parte de la cuarta generación que guarda con celo el carácter de un restaurante que presume de tener amigos en vez de clientes y que conserva la esencia de la cocina antigua. Traspasar sus puertas supone entrar en un mundo singular en el que se nota el cariño de una plantilla volcada en hacer pasar un buen rato a los comensales.

Donde se crió Camarón de la Isla

Es además uno de esos lugares de culto para los amantes del flamenco. Entre sus paredes han tenido su primera oportunidad muchos artistas que hoy pasean el arte de La Isla de San Fernando por el mundo, como Niña Pastori. Aún parece resonar el eco de grandes del cante como Manolo Caracol o Lola Flores, pero por encima de todos ellos está Camarón de la Isla, que prácticamente se crió en la venta y todavía mira a su fachada desde la estatua con la que se le rinde homenaje y que está ubicada junto al restaurante.

El texto que acompaña a la carta de la Venta de Vargas es toda una declaración de intenciones: “nunca hemos claudicado a la moderna forma de comer”, dice. Y es que el éxito de este restaurante se basa precisamente en eso, en que sus recetas han pasado inalterables de generación en generación para ofrecer a los clientes una experiencia de las que se quedan grabadas.

Rabo de toro, pescado frito de la bahía y de Sanlúcar, revueltos o mariscos conforman un menú en el que comensal no encontrará “nombres raros”. Pero si hay un plato enseña de la Venta de Vargas es las tortillitas de camarones. Si no las has probado en este establecimiento no has probado las mejores.

La Venta de Vargas presume de ser precursora e inventora de este tradicional plato gaditano tal como lo conocemos hoy. Como otros guisos y recetas tradicionales, cada casa tiene su propia receta de tortillitas de camarones, cada bar, cada restaurante le dan su punto personal, pero en éstas se unen la calidad de la materia prima, el camarón, con el punto exacto de consistencia de la masa. Por eso llegan a la mesa crujientes pero con sustancia. Nada que ver con los encajes de pura fritura de otras propuestas ni con la masa demasiado contundente de otras.

Las tortillitas de la Venta de Vargas

Las tortillitas de camarones de la Venta de Vargas, tal como las podemos degustar ahora, las inventó Catalina Pérez a principios del siglo XX. Hasta entonces, las proporciones de harina en la masa eran mayores. Como resultado, la fritura adquiría una consistencia más pesada. Catalina observó que los comensales que pedían tortillitas en la venta se quedaban tan llenos que ya no tenían apetito para degustar otras especialidades como el rabo de toro o la berza gitana, que aún hoy se conservan en la carta. Por eso decidió cambiar las proporciones de harina de trigo y de garbanzos y del agua, además de añadir agua con gas.

El resultado es que la mezcla alcanza una consistencia liviana que al contacto con el aceite adquiere un punto inigualable. La masa, ligerísima, se nota en el centro de la tortilla mientras que los bordes tienen una consistencia crujiente y casi transparente. El resultado es una explosión de sabor y una deliciosa textura, a 9,50 euros la ración.

Desde hace más de un siglo la receta no ha cambiado y, aunque la familia Picardo no duda en contar los secretos de este apreciado plato, resulta complicado competir con el punto exacto que le dan en las cocinas de un restaurante que es una referencia obligada de la gastronomía gaditana. 

Calle Oficios: una visita inexcusable

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El atractivo de la Alhambra es innegable, pero no es el único que ha permitido que Granada sea una de las más soñadas por los viajeros de todo el mundo. La ciudad tiene un sinfín de rincones y lugares que merecen una visita. Y sin prisas. Es el caso de la calle Oficios, en pleno corazón de la capital, una vía imprescindible para vecinos y turistas ya que refleja como pocas la historia y el arte de esta ciudad.

Partiendo de la Gran Vía de Colón, y tras cruzar la verja de estilo neogótica realizada en 1915 y cuyo enclave original se encontraba en la plaza de acceso a la Capilla Real, la calle invita a disfrutar de uno de los rincones renancentistas y barrocos por excelencia de la ciudad que se diluye al llegar a la Alcaicería, el antiguo zoco árabe, donde en la actualidad se encuentran numerosas tiendas de recuerdos y artesanía granadina.

Son casi 130 metros de vía en total en los que se asientan edificios tan emblemáticos como la Capilla Real, el Palacio de la Madraza o el Centro José Guerrero, entre otros. Los conocemos más a fondo:

Palacio de la Madraza

Situado frente a la Capilla Real, el origen de este edificio se remonta a la Granada nazarí. Fue fundado en 1349 por Yusuf I como centro de estudios superiores dedicado, entre otras cosas, a las enseñanzas teológicas, la jurisprudencia, la medicina y las matemáticas. Tras la conquista de la ciudad pasó a ser sede del Cabildo de la ciudad hasta el traslado del Ayuntamiento a su actual ubicación de la plaza del Carmen a mediados del siglo XIX. En la actualidad, y tras varios usos privados, es sede de Extensión Universitaria.

Entre 2001 y 2011, año en el que reabrió sus puertas, este inmueble esencial del patrimonio arquitectónico de la Universidad de Granada fue objeto de una restauración integral que ha permitido su salvaguarda.

Su planta baja, donde se ubica el antiguo oratorio de la Madraza, cuenta con salas de exposiciones y en la superior, se ubican tres salas de conferencias, incluida el conocido salón de Caballeros XXIV con su espléndida armadura mudéjar de inicios del siglo XVI. Es, sin duda, uno de los inmuebles históricos más relevantes de la ciudad de Granada, declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

 

Capilla Real

Los Reyes Católicos, que veían en Granada un símbolo de la unidad de España y el reino cristiano, mandaron construir este templo como lugar de reposo de sus restos mortales. Construido en 1506 por Enrique Egas, es un ejemplo del gótico tardío castellano: planta de cruz latina, con cabeza absidial y coro a los pies; bóvedas de nervios y énfasis decorativo en la parte superior del muro (ventanales sobre una franja con caracteres góticos).

En su interior destacan la reja renancentista del crucero, realizada por Bartolomé de Jaén; el retablo mayor de la Santa Cruz de estilo gótico, que es obra de Felipe Vigarny y está fechado en 1522, y los sepulcros reales tallados en mármol de Carrara. Bajo ellos se encuentra la cripta, con los féretros de plomo de los cuatro monarcas y el príncipe Miguel. La fachada principal con las imágenes de los santos Juanes (Bautista y Evangelista) quedó dentro de la Catedral y a los pies de la nave, otra portada comunica con la Iglesia del Sagrado.

 

Lonja de Mercaderes

Es un edificio plateresco con columnas al exterior que fue construido en 1518 por el Ayuntamiento de la ciudad como espacio dedicado a la banca y al comercio. En la actualidad, la Lonja, cuya balconada gótica de la planta superior constituye uno de los elementos más atractivos del edificio junto a la Rendición  de Granada que la decora, copia de la obra de Francisco Pradilla, es la entrada para visitar la Capilla Real.

Museo de la Capilla Real

Está ubicado en la Sacristía de la Capilla Real de Granada y se comunica con otros importantes edificios como la Lonja (por donde se accede al museo), la Catedral y la Iglesia del Sagrario. Atesora, además de una pequeña colección de tejidos (tapiz de la Crucifixión, banderas y guiones del ejército castellano, así como la casulla y dalmática del Rey Católico), obras de especial relación con los monarcas fundadores como el cofre, el espejo, el cetro y la corona de Isabel o la espada de Fernando. Alberga también una magnífica colección de tablas flamencas pertenecientes a la reina católica, así como importantes ornamentos de su reinado.

Centro José Guerrero

Frente a la Capilla Real, en un vanguardista edificio cuya rehabilitación fue premiada, obra del arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, se ubica el Centro José Guerrero, museo referencia de creación contemporánea. El centro, perteneciente a la Diputación de Granada, se define como un espacio público al servicio de la sociedad, un lugar donde es posible la confrontación y la conciliación de los valores e ideas que confluyen en la cultura contemporánea.

Además de programar una cuidada selección de exposiciones temporales, alberga la mejor colección de la obra del artista granadino José Guerrero, integrante de la segunda generación del expresionismo abstracto norteamericano, sobre la cual se establece el fundamento de la institución, su proyecto museológico y posterior concreción museográfica. Y es que conservar la colección, exhibirla, difundirla e investigar sobre la obra de Guerrero son las tareas principales del museo, junto al fomento del arte y la cultura contemporánea.

 

Fundación NMAC: donde las obras de arte emergen entre árboles

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Un museo sin paredes, con obras de arte de referencia internacional y en plena naturaleza. La Fundación NMAC Montenmedio Arte Contemporáneo es un espacio sorprendente y único en España. Visitarlo es una aventura especial desde el mismo momento en el que se accede a la Dehesa de Montenmedio en Vejer de la Frontera (Cádiz), donde está situado. Solo el entorno ya es una obra de arte de la naturaleza.

La colección de la Fundación NMAC está formada por mas de cuarenta proyectos site specific (creaciones artísticas realizadas especialmente para un determinado lugar) realizados por artistas de renombre nacional e internacional como Susana Solano, Marina Abramovic, Gunilla Bandolin, Pilar Albarracín o James Turrell, entre muchos otros. Pero, paralelamente, también apuesta por jóvenes artistas que empiezan a sobresalir en el panorama artístico y les ofrece la posibilidad de exponer junto a artistas muy reconocidos.

En todos los casos es de obligado cumplimiento que las obras estén en sintonía con el paisaje mediante el estudio de la región a través de su historia, geografía y sociedad. En más de una ocasión los artistas se desplazan hasta Vejer y allí se toman inspiración de muchos aspectos de la zona para que su obra no sea ajena al entorno.

Pero la Fundación NMAC no es un espacio elitista al que sólo puedan acceder los grandes expertos en arte por ser una referencia cultural en el sur de Europa. Además, apuesta por una programación educativa y cultural que acerca al público en general la cultura contemporánea a través de sus diferentes disciplinas artísticas.

Son habituales las visitas de colegios y se pueden organizar visitas guiadas por un precio especial. La Fundación ofrece un programa educativo dirigido a estudiantes y profesores para ponerles al día de las últimas tendencias del arte contemporáneo. En los últimos años aproximadamente 15.000 alumnos procedentes de toda la provincia de Cádiz han podido beneficiarse de este programa.

Para disfrutar tanto de las colecciones fijas como de las temporales se necesita una hora y media, aproximadamente, pero no existe un paralelismo con las tediosas visitas a algunos museos convencionales. En este caso supone dar un paseo por un pinar mediterráneo en el que mayores y pequeños seguirán la pista de unas setas que indican el camino por el que encontrar las obras que se muestran. 

Fundación NMAC: Obras con significado

Salvo contadas excepciones, las obras que se pueden encontrar en la visita están creadas específicamente para este entorno tan concreto. Por eso los significados de muchas de ellas se ven complementados con el entorno. Son creaciones que dependen por completo de su entorno y las obras se vuelven parte esencial del paisaje.

En la colección permanente destacan, entre otras, Impresión del cielo de Gunilla Bandolin, Puente de Shen Yuan, Hamman de Huang Yong Ping, Plansone Duty Free de Pascale Marthine Tayou, aunque quizá la más llamativa y simbólica sea la de James Turrell, Second Windque forma parte de la serie de espacios para la luz conocidos como Sky Spaces. No es extraño que haya visitantes que lleguen desde rincones de todo el mundo para disfrutar de la obra del artista estadounidense. 

Hay también proyectos temporales y obras en préstamo de artistas de primer nivel como Pilar Albarracín o Fernando Sánchez Castillo, autor de Pacto de Madrid, una obra en la que se ve a Francisco Franco semienterrado junto a su caballo. La obra conmemora el cincuenta aniversario del pacto firmado entre el general y el presidente Eisenhower, que supuso la aceptación de España en la ONU, el envío de alimentos y el asentamiento de numerosas bases militares americanas en territorio español.

Uno de los aspectos más interesantes de la visita a la Fundación es que son obras vivas, que van cambiando en función del momento en el que se vean por la iluminación o el cambio de la vegetación. Además, es un espacio abierto a la aportación de artistas de la zona y es posible disfrutar de actuaciones musicales o teatrales dentro de la Dehesa.

Castillo de San José: una fortaleza histórica bajo el cemento de un puesto de la Guardia Civil

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Es un comentario habitual entre los miles de turistas que visitan cada año el municipio de San José, en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar de Almería: ¿cómo es posible que haya un cuartel de la Guardia Civil en un lugar tan privilegiado, casi mágico, completamente rodeado de mar? Les sorprendería mucho más saber que el edificio se asienta, tristemente, sobre los restos de un castillo del siglo XVIII.

Desde la playa de La Calilla, en San José, hay que aguzar la vista y poner atención para advertir que, bajo una construcción anodina, por no decir fea, siguen los restos de casi toda la muralla perimetral del fortín.

La historia de cómo un castillo protegido desapareció para convertirse en un puesto de la Guardia Civil no deja de ser un ejemplo más de la desidia con la que han actuado algunas administraciones con el patrimonio cultural e histórico del país.

Así, el próximo 22 de abril se cumplen 70 años de un decreto de 1949 que estableció la protección de “todos los castillos españoles”, “cualquiera que sea su estado de ruina” y que impedía “toda intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento”. Sin embargo, 20 años después de este decreto, se construyó un cuartel sobre los restos de un castillo.

Lo explica el historiador Antonio Gil Albarracín, experto en fortificaciones: “El problema del decreto es que no establecía mecanismos reales para controlar que se respetara. Eran los ayuntamientos los encargados de su cumplimiento y, sea por ignorancia o por otros motivos, el solar del castillo de San José, que se hallaba ocupado desde el siglo XIX por instalaciones policiales de escasa entidad, fue objeto en 1969 de la construcción de la actual casa-cuartel de la Guardia Civil”. Evidentemente, si hubiera alguna responsabilidad en la adopción de dicha decisión, hace ahora medio siglo, habría prescrito”, subraya Gil Albarracín, que es doctor en Historia y catedrático en Geografía, Historia e Historia del Arte.

El castillo, construido entre 1733 y 1735, fue prácticamente destruido la Guerra de la Independencia por una acción guerrillera, cuando se hallaba bajo administración de los ocupantes franceses. Sin embargo se conservaban restos muy importantes, como la ya citada muralla perimetral.

El propio historiador y los miembros de la Asociación Conservacionista y cultural Amigos del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar son partidarios de trabajar en una reconstrucción que permita recuperar ese espacio para el uso de todos los ciudadanos.

Apuestan por la idea de la demolición de los edificios actuales y de la recuperación de su perfil histórico, el del siglo XVIII, con el fin de que albergue el que sería el único centro cultural del Parque Natural. “Es una idea que he planteado a sucesivas administraciones con responsabilidad sobre dicho territorio, sin que hasta ahora haya sido atendida”, lamenta Gil Albarracín.

El historiador ha publicado abundante documentación y planos (es autor del libro El fuerte de San José) que permitirían su reconstrucción. Pero hay un obstáculo importante: “Un artículo de la ley de patrimonio cultural prohíbe expresamente la reconstrucción de los castillos”, admite.  De todos modos, también recuerda que se han dado caso en los que las autoridades han logrado que esta norma no sea tenida en cuenta con la justificación de dotar a su población de un centro cultural, como ha sucedido en Roquetas del Mar (Almería).

“En el caso de San José se podría acometer una operación similar, más aún teniendo en cuenta que se ha convertido en la capital del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, zona de indudable vocación turística, que carece de un centro cultural que potencie dicha actividad”, argumenta el historiador.

No van a cejar en su empeño. “Continuaremos insistiendo hasta que alguien entienda que invertir en la conservación y recuperación del patrimonio es sembrar para el futuro acicates para un turismo cultural que será, sin duda, el que sustituirá al modelo de sol y playa actualmente imperante”, concluye, rotundo, Gil Albarracín.

Historia del Castillo de San José

El castillo se proyectó originalmente para defender los puertos naturales de los Genoveses, el Sollarete y Cala Higuera. Como todo fortín contaba con baterías, en este caso, con capacidad para veinte cañones. En la planta baja albergaba una capilla, cuarteles para los soldados y mandos, una cantina, una panadería, un almacén de pólvora y pertrechos, además de la cárcel y una zona común. En la segunda planta estaban las habitaciones. Para acceder a él había que cruzar un puente levadizo que salvaba el foso.

Mario Sanz Cruz, miembro de la Asociación de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, recuerda que la Guerra de la Independencia fue desastrosa para el fuerte: “Los franceses en su retirada se llevaron los cañones de bronce, y los demás fueron inutilizados o clavados. Después de la guerra, la fortaleza quedó en mal estado y la falta de inversiones la fue arruinando poco a poco. En 1830 se la describe como un montón de escombros que conserva sólo las baterías en las que hay nueve cañones de hierro clavados y tres más inútiles”.

“En 1849 fue transferido al cuerpo de Carabineros y, en 1855, el gobernador militar de Almería autorizó a un vecino de Níjar que edificara una casa. A mediados del siglo XX, aún se conservaba un cubo de artillería y parte de un paño de muralla en el lado norte. En 1941 los restos del castillo pasaron a depender de la Guardia Civil, tras asumir las funciones de los Carabineros”, relata. Y después llegó la construcción del cuartel tal y como ha llegado hasta nuestros días. Los Amigos del Parque no dudan en que esta triste historia se pueda reescribir.

 

En la casa del Inca Garcilaso de la Vega en el centro de Montilla

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El 23 de abril se celebra el Día del Libro porque en esa fecha de 1616 fallecieron William Shakespeare, Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega. Este último, casi un desconocido para el gran público, está considerado el primer intelectual mestizo de la historia y “uno de los mejores prosistas del Siglo de Oro”, en palabras del Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Treinta de sus 77 años de vida los pasó en el número 3 de la calle Capitán Alonso de Montilla (Córdoba), en una casa que hoy se conserva a la perfección y que se puede visitar gracias a una reforma acometida en los años noventa del siglo XX.

Para conocer y entender la figura del Inca Garcilaso de la Vega lo primero que hay que hacer es evitar confundirlo con Garcilaso de la Vega, poeta y militar toledano (1501-1536). Después hay que remontarse a sus particulares orígenes. Nació con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa el 12 de abril de 1539 en Cusco (el actual Cuzco de Perú), capital del imperio Inca. Su padre fue el conquistador extremeño Sebastián Garcilaso de la Vega y su madre la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, sobrina de Huayna Cápac, emperador bajo cuyo reinado el imperio Inca alcanzó su máxima extensión.

Vivió en Perú hasta la muerte de su padre. Entonces se decidió a cruzar el Atlántico hasta llegar a Montilla, donde su tío, el capitán Don Alonso de Vargas, lo acogió en su casa en el verano de 1561. Se aclimató bien al pequeño pueblo cordobés y allí vivió y trabajó durante tres décadas. Un período tremendamente fértil en lo intelectual y durante el que llegó a coincidir con San Juan de Ávila, Miguel de Cervantes y otros intelectuales y escritores de la época. Todo gracias al interés de su tío porque se mezclase con los ambientes cultos de la sociedad de la época.

El Inca Garcilaso de la Vega escribió en Montilla algunas de sus obras clave como Comentarios Reales —en la que muestra la cultura, vida y costumbres incaicas previas a la dominación hispánica—, La Florida del IncaHistoria General del Perú, o la traducción de Diálogos de Amor, de León Hebreo.

Una prueba de su carácter reivindicativo es su propia firma. “En un primer momento rubrica como Garcilaso de la Vega, pero más tarde añade ‘Inca’, pero no con el significado de ‘procedente de los países andinos’, sino por el significado de ‘Príncipe’, como acto de reivindicación y rebeldía”, según explican desde la Casa del Inca Garcilaso. Un mestizo de alta cuna que empleó todo su potencial intelectual en reclamar valor de la mezcla, una idea muy actual que él abanderó en el lejano siglo XVI.

Desde el Ayuntamiento de Montilla, famosa por sus bodegas y sus vinos, se muestran orgullosos de atesorar esta vivienda, “que busca ir más allá de la recreación del ambiente propio de una casa señorial del siglo XVI, para ser el símbolo de una reivindicación de mestizaje”. Esto se aprecia en la convivencia de elementos decorativos de Latinoamérica y de España, muy presente en rincones tan significativos como la biblioteca.

Recorriendo sus estancias es fácil adivinar el ambiente de sosiego y creación que se respiraba en sus frescos patios y en el despacho, presidido por su retrato, obra de Francisco Gómez Gamarra, y por dos banderas: la española y la peruana.

“Perito en letras, valiente en armas”

Tras tres décadas en Montilla, en 1591 decidió trasladarse a Córdoba, donde residió hasta su fallecimiento, el 23 de abril de 1616. Después de su marcha, la casa vivió una etapa que podría definirse como ‘de incógnito’. Así, vivieron en ella generaciones y generaciones de montillanos sin que se la relacionara con la residencia del Inca.

Esto cambió en 1950, cuando el historiador peruano Raúl Porras Barrenechea, con la colaboración del escritor montillano José Cobos, la identificó como la casa del Inca Garcilaso de la Vega. Francisco de Alvear, Conde la Cortina, la adquirió en 1957 y posteriormente la donó al pueblo de Montilla.

La peregrinación por ‘los lugares del Inca Garcilaso’ se puede completar con una visita su tumba, que está instalada en la Capilla de las Ánimas de la Catedral de Córdoba. En ella destaca su florido epitafio, escrito por él mismo:

«El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria, ilustre de sangre, perito en letras, valiente en armas, hijo de Garcilaso de la Vega de las casas ducales de Feria e Infantado, y de Isabel Palla, sobrina de Huayna Cápac, último Emperador de Indias. Comentó La Florida, tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios Reales. Vivió en Córdoba con mucha religión, murió ejemplar; dotó esta capilla, enterróse en ella; vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del Purgatorio».

Parte de las cenizas del escritor reposan en la Catedral de Cuzco desde 1978. Un gesto que el Inca habría agradecido a buen seguro como símbolo de la unión de las dos culturas, su gran ambición como intelectual y escritor.

Un paseo por Los Toruños y La Algaida: aire puro de la Bahía de Cádiz

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Como ocurre con otros ecosistemas propios de la Bahía de Cádiz, en la configuración del parque metropolitano Marisma de los Toruños y Pinar de la Algaida, tal como lo puede disfrutar hoy el paseante que se adentre en alguno de sus senderos, tuvo que ver en gran medida la mano del hombre. En este espacio natural la historia y la actividad económica tradicional se conjugan para dar forma a un espacio que es, además, pulmón verde de una zona intensamente poblada y reducto de una importante biodiversidad.

Los Toruños-La Algaida es el parque metropolitano más grande de Andalucía, con una extensión de algo más de 1.000 hectáreas que comparten los municipios de El Puerto de Santa María y Puerto Real. Situado en el corazón de la Bahía de Cádiz, es una de las zonas de esparcimiento más visitadas de la comarca. Paseantes, excursionistas y deportistas lo hacen suyo, sobre todo durante los fines de semana.

La marisma de los Toruños y el pinar de la Algaida forman parte del Parque Natural Bahía de Cádiz pero, además, este espacio está protegido por figuras internacionales de conservación. En concreto, el parque está catalogado como zona RAMSAR y ZEPA dada la importancia de sus humedales y la gran cantidad y variedad de aves que allí viven y se reproducen.

La red de senderos que hoy han convertido a Los Toruños-La Algaida en una de las zonas de uso público más importantes de Andalucía se inició en 1998. Esta trama de caminos señalizados se completó con una serie de miradores, torres de observación y puentes de madera para salvar los cauces de los diferentes caños que podemos encontrar en nuestro recorrido por la zona. La construcción de mayor envergadura es el puente que cruza el río San Pedro.

El parque cuenta con varias entradas. Si iniciamos la visita desde Puerto Real, encontramos el inicio del sendero principal en el campus universitario, junto al Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía. El paseante se adentra por este lado en el pinar de la Algaida, una zona de especial valor histórico y natural en la que conviven varios ecosistemas como el pinar litoral, la marisma y los pastizales.

La Algaida, junto a la vecina isla del Trocadero, fue un área estratégica durante la Guerra de la Independencia. Con el objetivo de asediar Cádiz, las tropas napoleónicas establecieron su campamento en esta zona, donde construyeron varias baterías, aunque hoy se conservan pocos restos.

También en esta época, el pinar se explotaba como recursos maderero. Tras ser abandonado por los franceses, sufrió un gran incendio que provocó la pérdida de la práctica totalidad de la masa forestal del pinar, que fue repoblado para evitar el avance de la arena. Hoy día, la Algaida se ha convertido en un referente para los vecinos de Puerto Real y ciudades cercanas a este municipio y en un ejemplo de cómo se puede conjugar el respeto al medioambiente con los usos lúdicos y didácticos.

Para el paseante, poner el pie en la Algaida significa adentrarse en un espacio natural único, integrado por una gran variedad de plantas y animales propios del pinar costero, con su rico sotobosque de retamas, lentiscos y olivillas, que se muestra en toda su riqueza. Por eso resulta fácil dejarse llevar y deambular también fuera de algunos de los caminos trazados, o elegir algunas de las rutas alternativas, como la que se presenta a la izquierda, recorridos pocos metros desde la entrada, y que nos lleva a los restos de una antigua siderurgia que podría haberse construido en el siglo XIX en un intento de implantar en la zona una industria auxiliar del cercano astillero de Matagorda.

En los alrededores de la siderurgia se puede admirar un grupo de grandes retamas marinas, que se encuentran ahora en plena floración. Sus diminutas flores blancas perfuman el aire salino. De camino a esta zona, podremos observar también una de las lagunas episódicas que se forman en el parque y en ella, algunas aves que apenas se inquietan ante la presencia del visitante.

Sin continuamos por el camino principal, que comparten paseantes y ciclistas, encontraremos a ambos lados del camino mobiliario de madera diseñado para hacer deporte y algunas mesas que los excursionistas utilizan para descansar o para recuperar fuerzas con algún tentempié.

A mitad de camino, esta vez a la derecha, una pasarela de madera, que salva una zona que se suele inundar con las lluvias, nos lleva por un sendero que termina cerca de la facultad de Ingeniería y de otra de las puertas del parque, la de Las Lagunas. Este sendero permite también una vuelta circular que finaliza en la puerta de acceso al parque desde el campus universitario.

Durante este recorrido, podemos disfrutar de un área de pastizales que se utilizaban como dehesas litorales. Incluso podremos acercarnos a los restos del cortijo de La Vega. En esta antigua actividad ganadera está el origen de los pozos y abrevaderos que se construyeron el parque desde el siglo XV.

Si nos decidimos a no desviarnos del sendero principal, pronto nos encontraremos con una disyuntiva insoslayable porque el camino se abre a derecha e izquierda. Si optamos por el camino de la derecha atravesaremos la salina de Los Desamparados, no sin antes pasar por otra de las lagunas episódicas características del parque.

La salina de Los Desamparados, del siglo XVIII, nos recuerda una de las actividades económicas tradicionales más importantes de la Bahía de Cádiz y la compleja y rica cultura asociada a ella. Desde esta zona se puede disfrutar, además, del peculiar paisaje salinero, con sus láminas de agua, muros de contención y compuertas que la mano del hombre manejaba para que la cosecha de sal diera sus frutos. Este sendero culmina en El Macka, una venta con mucha solera perfecta para comer al aire libre.

Si nuestras deliberaciones al final del sendero por el que paseábamos nos hacen decidirnos por el brazo de la izquierda, el paisaje cambia totalmente. Tras atravesar un último tramo de pinar, nos acercamos a la zona intermareal y tendremos que atravesar el precioso puente de vigas de madera que salva el río San Pedro para poder seguir nuestro camino por la zona de la marisma de Los Toruños.

Volvemos a tener de nuevo dos alternativas: si seguimos al frente, el camino nos llevará hasta el mar, en concreto a la salvaje playa de Levante de El Puerto de Santa María, popularmente conocida como Los Ramones. Otra opción es girar a la derecha hasta el centro de visitantes Casa de los Toruños, ya muy cerca del núcleo urbano portuense de Valdelagrana, donde se realizan casi todos los fines de semanas actividades lúdicas, deportivas y didácticas. Imprescindible llevar agua y protección para la cabeza si se opta por alguno de estos dos últimos recorridos en cualquier época del año porque nos será muy complicado encontrar sombra.

 


Málaga ya honra al héroe liberal Torrijos

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Han pasado diez años desde que se anunció que el antiguo refectorio donde pasaron sus últimas horas el héroe liberal Torrijos y algunos de sus hombres sería restaurado. Una década después de aquel anuncio, la rehabilitación ha terminado y el refectorio alberga un centro de interpretación a la memoria del héroe liberal que quiso acabar con el absolutismo de Fernando VII desde las playas de Málaga, y acabó fusilado por una traición. La primera visita que recibió fue de los chavales del instituto que lleva su nombre.

El refectorio es el lugar donde Torrijos y sus liberales pasaron la noche en capilla, después de ser capturados. Torrijos, un héroe de la independencia exiliado con el retorno de Fernando VII, había desembarcado en la costa malagueña con la idea de iniciar un alzamiento liberal, pero cayó en la trampa que le tendió el gobernador absolutista. Fue capturado y trasladado al Convento de San Andrés, y allí se le leyó la sentencia de muerte en la noche del 10 al 11 de diciembre de 1831.

"Es un lugar emblemático de la defensa de las libertades y derechos de nuestro país", opina Esteban Alcántara, historiador y presidente de la asociación histórico-cultural Torrijos 1831. En ese lugar pasaron sus últimas horas no sólo Torrijos, sino también Manuel Flores Calderón, presidente de las Cortes españolas en 1823, Francisco Fernández Bofill, uno de los padres de la Constitución de 1812, y muchos otros de los 48 hombres que acompañaron al militar liberal en su aventura. También Robert Boyd, el filántropo irlandés que financió con 4.000 libras esterlinas la expedición del general español. "Hombres relevantes que desgraciadamente esa noche están abocados a morir sin que se les hubiera hecho procedimiento de causa alguno", explica Alcántara.

Desde que se fundó, en 2002, el cometido de la asociación ha sido recuperar la memoria del general y sus hombres, y una de sus principales reivindicaciones era la recuperación de este espacio, que ha pasado por todas las vicisitudes.

Inicialmente fue un edificio religioso, con la desamortización de Mendizábal (1836) pasó a manos privadas, y en el año 2000 fue declarado en ruina. El objetivo de su propietario era vender el terreno a una constructora, y el propio Francisco de la Torre, entonces concejal de Urbanismo y actual alcalde, firmó la orden de demolición.

Ni siquiera la inscripción en el catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, en 2001, parecía suficiente para salvar el edificio: en 2005 fue derribado parcialmente por una constructora que realizaba obras en el inmueble de al lado y la bóveda de cañón ha llegado a desplomarse en un par de ocasiones. Hasta que en 2006 la constructora terminó cediéndolo al ayuntamiento, que decidió llevar a cabo la reconstrucción. Han pasado 13 años desde entonces, y diez desde el anuncio del primer proyecto.

El consistorio completó la restauración del lugar a finales de 2018, y ahora el lugar alberga un Centro de Interpretación de Torrijos, con documentos, cuadros, maquetas y uniformes de la época para recrear y valorar el desembarco de Torrijos y sus hombres, su periplo por la provincia, su captura, el cautiverio en el refectorio y el fusilamiento en las playas de El Bulto, reflejado para la historia en el cuadro de Antonio Gisbert.

A la asociación, que siempre peleó por la conservación del lugar, se le ha encomendado la tarea de dotar de contenido al lugar y realizar las visitas guiadas. "Tenemos cuadros al óleo, maniquíes uniformados de la época, maquetas de todos los lugares relacionados con el desembarco y el periplo de Torrijos del 2 de diciembre al 11 de diciembre de 1831, banderas, documentos y objetos que tenían las familias y descendientes de Torrijos", detalla Alcántara. También habrá conferencias y actividades divulgativas.

Hace cuatro años, Pasaporte Andalucía publicó un reportaje sobre los lugares de Torrijos en la provincia malagueña, que mostraba la escasa consideración a la memoria del héroe: casi todos los lugares históricos estaban abandonados, en estado ruinoso o sin señalizar.

La asociación se creó cuando todo estaba mal. "Ibas a la alquería de Mollina, destruida; al refectorio, a punto de caerse; a la cruz del Bulto y no estaba señalizado dónde cayeron los liberales; ibas al cementerio de San Miguel y te encontrabas que nada indicaba la fosa común de los compañeros de Torrijos durante once años", recuerda Alcántara.

Hoy, ya se señaliza el lugar donde Torrijos y sus compañeros cayeron fusilados, y el refectorio se ha convertido en un lugar en honor a su memoria. "Tenemos satisfacción contenida. No nos creemos el centro, pero estamos muy contentos de que la dedicación y el esfuerzo haya tenido eco. Sólo esperábamos que se restaurara. Esto es el regalo de poder presentar la historia", concluye Alcántara.

Sancti Petri: el pueblo perdido que aún sueña con los atunes

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Sancti Petri es uno de esos paraísos cercanos que esconde la costa gaditana. La naturaleza, la cultura tradicional y la historia se conjugan en un enclave por el que no se puede pasear sin hacer un ejercicio de nostalgia. El pasado y el futuro establecen un diálogo en el viejo poblado almadrabero asentado en la desembocadura del caño que le da nombre y que fue, hasta los años setenta, un reducto de prosperidad gracias a la pesca artesanal del atún y a la fábrica de conservas que se instaló en esta zona.

En la actualidad, varios clubes náuticos, un puerto deportivo, que ya se ha quedado pequeño, y un puñado de bares y restaurantes copan la fachada marítima del poblado abandonado que se asoma al caño de Sancti Petri.

Un buen número de embarcaciones recreativas y pequeñas barcas de pescadores descansan al abrigo de estas aguas poco profundas que se deslizan lentamente entre dos cercanas orillas: de un lado, el antiguo asentamiento almadrabero, perteneciente al término municipal de Chiclana, del otro, el sendero marítimo, ya en San Fernando, que lleva a la Punta del Boquerón, uno de los monumentos naturales más sorprendentes de la provincia de Cádiz.

El paisaje puede desafiar sin miedo al de otros destinos más celebrados. La serenidad del puerto y el acogedor paseo marítimo compiten con el perfil de la otra orilla configurada por dunas con su agreste vegetación. Justo al final del paseo marítimo comienza la playa de Sancti Petri, de limpias aguas transparentes.

Desde el único chiringuito dispuesto en su arena se pueden admirar unas excelente vistas de la desembocadura del caño y también de la pequeña isla en la que se levanta el castillo de Sancti Petri, una fortaleza defensiva que estuvo activa entre los siglos XVII y XIX y que fue restaurada a hace unos años.

El islote donde se levanta el castillo está asociado, además, a uno de los templos más nombrados de la antigüedad: el templo de Melqart-Hércules, donde estaría enterrado el mítico héroe fundador de Cádiz. El castillo se puede visitar de martes a domingo todos los meses del año.

Pero por poco que nos apartemos de este idílico frente marítimo, nos asalta la historia del poblado, que fue abandonado en los años setenta cuando la pesca del atún empezó a escasear y se disolvió el consorcio almadrabero que le daba trabajo a los habitantes del poblado de Sancti Petri, que llegó a ser pedanía de Chiclana e incluso contó durante un tiempo con alcalde propio. 

Paseando entre las pocas edificaciones que todavía quedan en pie, aún podemos adivinar el eco de la bulliciosa actividad que se desarrollaba en las calles del poblado, en las que hoy crece la hierba a su antojo, e imaginar cómo sería el día a día en ese pequeño asentamiento en el que no faltaba la iglesia, la escuela o el cine.

Pocas construcciones están hoy en uso. Apenas la iglesia, restaurada y abierta al culto, y un puñado de casas que algunos pescadores usan para guarecerse y guardar sus aparejos de pesca. Otras han sido convertidas en asociaciones pesqueras que intentan conservar la esencia del viejo Sancti Petri.

Chati y su marido Diego Gallardo están al frente de la Asociación de Pescadores La Borriquera. Están adecentando la casa blanca de zócalos azules que regentan. Un puñado de mesas se amontona en la puerta. Ahora están de obras, pero Chati presume de que los visitantes se “rifan” los guisos que sirve en la terraza. Aunque en la asociación se puede tomar un refrigerio, no tienen carta: “se come lo que hay cada día”.

Chati conoce de primera mano el pasado del poblado de Sancti Petri y es parte de un presente que despunta poco a poco. Su padre, Antonio Ramos Silva, “El Colinero”, trabajó durante treinta y dos años en la almadraba. Su madre, Francisca Mercedes Quintero Reyes, “Ramona la Guaíta”, era obrera en la fábrica de conservas, donde se encargaba de cerrar y sellar latas. Su familia procede de Conil y, aunque ella era muy pequeña para acordarse de cuando sus padres pasaban allí casi seis meses al año, el poblado de Sancti Petri forma parte de sus recuerdos y de la historia de su familia.

La revolución de los conciertos en verano

Chati señala con el dedo donde estaba la fábrica y la escuela. También donde el ayuntamiento de Chiclana tiene previsto construir “una lonja y una fábrica de hielo”. Su asociación está junto al antiguo cine. Una de las paredes del deteriorado edificio da sombra a algunas barcas de pescadores, entre ellas las de Chati y Diego, que están encantados de que en el poblado se celebre en verano el Concert Music Festival, una de las programaciones de conciertos más importantes del país. Son días buenos para ellos: “no paramos de vender montaditos. Ni sé los kilos de filetitos que gastamos”. Entre julio y septiembre tendrán una nueva oportunidad.

Mientras, pescadores y restauradores esperan que se lleven a cabo las actuaciones planeadas por el ayuntamiento de Chiclana, que tiene prevista una intervención global en el enclave a través del desarrollo del Plan Especial de Sancti Petri, que se encuentra en sus últimas fases de tramitación.

Cuando el desarrollo del plan esté en marcha, se habilitará una zona para los pescadores con una lonja, e incluso se está intentando devolver a la zona la actividad almadrabera, aunque las restrictivas cuotas de pesca del atún lo hacen complicado.

El futuro plan apostará también por el desarrollo de una zona de ocio, con especial atención a las actividades deportivas, que ya tienen cierto peso en el poblado porque desde hace años funcionan empresas que alquilan kayaks o dan clases de wind surf. También está previsto ampliar los puntos de amarre para dar respuesta a la creciente demanda de embarcaciones que quieren tener su base en este pequeño puerto. Otra pata fundamental del futuro de la zona será el Centro de Interpretación, que ayudará al visitante a conocer la interesante historia del poblado.

Sancti Petri encara el futuro con la vista puesta en el turismo sostenible: conservar la esencia sin renunciar a los beneficios económicos en un difícil equilibrio. Su presente pasa por ofrecer al visitante la oportunidad de relajarse y disfrutar del sol, los deportes náuticos y la buena comida en un lugar que no ha perdido su identidad.

 

Michelín lanza la Guía Verde 'Jaén Weekend', con información de interés para recorrer la provincia

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Michelín ha presentado la Guía Verde 'Jaén Weekend', publicación editada en colaboración con la Diputación jiennense en la que se recoge información de interés para organizar una escapada a la provincia: lugares obligados, direcciones, mapas, así como diferentes sugerencias de itinerarios.

Así se ha puesto de relieve este lunes en Baeza durante su presentación en un acto que ha contado a la directora comercial de Michelin Food & Travel, Mayte Carreño; el presidente de la Administración provincial, Francisco Reyes, y la alcaldesa baezana, Dolores Marín.

El Palacio de Jabalquinto ha acogido este evento, en el que también se han entregado una serie de reconocimientos a 16 restaurantes jiennenses recomendados por este sello editorial. Al respecto, Reyes ha destacado el "escaparate que Michelín ofrece a la provincia de Jaén, aval de calidad y prestigio".

En este sentido, ha aludido a la difusión de un atractivo como la gastronomía "dentro de ese amplio espectro de recursos que ofrece el destino 'Jaén, paraíso interior' en torno a un producto diferenciador como es el aceite de oliva". En total, se han editado 5.000 ejemplares de esta guía que se distribuirán junto a la revista 'Marie Claire'.

En este evento se han reconocido 16 restaurantes recomendados por Michelín: Bagá, de Jaén capital, distinguido con una Estrella Michelín; cuatro establecimientos incluidos en la categoría 'Big Gourmand', en los que se valora una cocina de alta calidad a precios asequibles, y once restaurantes reconocidos con el 'Plato Michelín'.

De estos restaurantes, cuatro se encuentran en Jaén capital --Casa Antonio, Horno Salvador, Yuma's y Mangasverdes--, y cuatro en Linares --Canela en Rama, Los Sentidos, Taberna Canela en Rama y Taberna Carbonería--. Además, figuran Cantina La Estación y Asador Santiago, de Úbeda; Palacio Gallego y Taberna Canela en Rama, de Baeza; Mesón Leandro y Casa Alfonso, de Cazorla, y Taberna de Miguel, de Bailén.

Por otro lado, en el marco de este evento, una decena de periodistas e influencers especializados en gastronomía y viajes han participado a lo largo de este fin de semana en un viaje de familiarización en el que han recorrido diferentes enclaves de la provincia.

En la ruta diseñada han tenido un peso destacado recursos ligados al oleoturismo, como la Hacienda La Laguna o la Almazara de Oro Bailén en Villanueva de la Reina, así como espacios patrimoniales como la Catedral de Jaén o las Ciudades Patrimonio de la Humanidad de Úbeda y Baeza. Además, han visitado algunos de los restaurantes distinguidos este lunes.

Al hilo, Reyes ha hecho hincapié en el "respaldo necesario para los aceites por parte por parte de los mejores prescriptores, que muestran las posibilidades que ofrecen a nivel culinario o saludable", al tiempo que ha subrayado las oportunidades que ofrecen las redes sociales para ello. En el acto, también han tenido un papel destacado los aceites Jaén Selección, con representantes de las almazaras productoras.

Por su parte, Marín se ha referido a las oportunidades que ofrece Baeza como marco elegido para celebrar esta cita. "Es el escenario más atractivo que podíamos ofrecer", ha apostillado. En ese sentido, Reyes ha incidido en la ubicación en esta localidad de la Escuela de Hostelería de La Laguna, "donde se han formado muchos de los chefs jiennenses que hoy están despuntando en el sector".

Guadix a 160 escalones del cielo: así son las vistas inolvidables de la torre de la catedral

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Unos 160 escalones separan la tierra del cielo en Guadix. Una ascensión que se hace en pocos minutos (o muchos), según la agilidad de cada uno, y permite un paseo inolvidable por las alturas. Literal. La torre campanario de la Catedral de la Encarnación, abierta al público por primera vez tras su restauración, es el mirador más alto de la ciudad y una de las pocas torres con balconada en todo su perímetro, lo que permite disfrutar -suspendidos en el aire- de unas vistas panorámicas únicas: la nieve de la vertiente norte de Sierra Nevada, la Alcazaba, el teatro romano, las innumerables torres e iglesias de la ciudad, el barrio de las Cuevas o la Hoya de Guadix, un capricho de la naturaleza donde el paisaje se transforma en espectáculo.

La visita, hasta ahora desconocida para la ciudadanía, comienza a los pies de las escaleras de acceso que, para sorpresa de muchos, ofrecen una solución arquitectónica como la ideada por el artista italiano Leonardo Da Vinci: la escalera helicoidal, que permite un doble sentido en el mismo hueco. O lo que es lo mismo, una persona puede subir mientras que otra baja por ella sin que ambas lleguen a cruzarse en ningún momento.

Se ofrecen así dos itinerarios con diferentes destinos: el acceso directo a la calle por la fachada de la puerta de San Torcuato y el acceso al interior de la Catedral de Guadix a través de la capilla de la Virgen de Fátima. Este sistema, que supone una gran ventaja para la organización de cualquier visita turística, es poco frecuente. Solo se conoce un caso similar en el castillo de Chambord, una de las construcciones más significativas del Renacimiento francés, situado en el Valle del Loira, a más de 1.500 kilómetros de la ciudad de Guadix.

La casa del campanero 

79 escalones después, y tras subir 54 más, el visitante tiene una nueva recompensa: la casa del campanero, que se ha musealizado para reproducir fielmente cómo se habitó en su momento.

En concreto, cómo vivió la familia Montellano, cuyos miembros, durante más de cuatro siglos, fueron los encargados de tocar las campanas, avisar con su toque cuando pasaba algo en la ciudad o mantener en hora el reloj. La casa se encuentra situada bajo el cuerpo de campanas y consta de siete estancias distribuidas en 140 metros cuadrados: entrada, dos dormitorios, salón de estar, cocina, despensa y habitación de los baúles.

El mobiliario que se puede contemplar en cada una de ellas es de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, y se ha recuperado siguiendo los inventarios que se conservan en el archivo Catedralicio.  La última parada es la que crea más expectación ya que sitúa al visitante, 27 peldaños después, en el mismo campanario, cuyas campanas -trece en total- marcan el ritmo de esta ciudad granadina desde hace siglos.

Vistas de 360 grados

La torre de la Catedral de Guadix es, sin duda, el elemento arquitectónico más visible del monumento catedralicio accitano, ya que es posible su contemplación desde cualquier punto del núcleo urbano y alrededores. Ninguna torre catedralicia tiene una presencia tan rotunda en el espacio geográfico. Sus vistas de 360 grados también hacen única su visita. Desde aquí, a más de treinta metros de altura, se puede admirar la amplia historia de esta ciudad granadina, cruce de civilizaciones, a través de sus diferentes monumentos y edificios, e incluso el Castillo de la Calahorra a lo lejos dominando el Marquesado del Zenete.

Al visitante también le sorprenderá la dimensión de las campanas que ocupan los grandes vanos de la torre, donde se podrán leer las dedicatorias impresas a santos y apóstoles. 

La torre accitana es de planta cuadrangular de tres cuerpos más remate poligonal y está coronada por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, aunque originalmente terminaba en una esbelta veleta herreriana, como las torres de las iglesias de Castilla.

Su construcción fue algo en lo que se afanaron prelados y Cabildo, a pesar de las penurias de la fábrica y de los contratiempos en su alzado, y nunca se detuvo, ya que se consideraba un elemento de honor y grandeza el poder elevar la torre para que fuera visible desde los cuatro puntos cardinales de la geografía accitana. 

El atractivo que ofrece en la actualidad la Catedral de Guadix, que supone un compendio de historia, arte y tradición religiosa, aumenta considerablemente con esta singular visita a su torre campanario en la que el turista, además de disfrutar (sin exagerar) de unas panorámicas inolvidables, se acerca un poquito más al cielo desde uno de los mejores miradores al sur de Europa.  

La Mínima, libros con vistas al mar en Rincón de la Victoria

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Primera línea de playa, vistas al mar, amplia terraza. ¿Hablamos de unos apartamentos de lujo? ¿Tal vez de un restaurante? Pues no, hablamos de una librería. De una librería muy peculiar. Tal vez la única en España en la que el librero tiene que barrer arena y limpiar salitre de su amplio ventanal cuando el viento arrecia. 

Desde hace cuatro años La Mínima convive en el Paseo Marítimo Nuestra Señora del Carmen de Rincón de la Victoria (Málaga) con chiringuitos, restaurantes de pescaíto, hamburgueserías y tabernas irlandesas. Una rara avis que, sin embargo, ha sintonizado sin problemas con un ambiente predominantemente hostelero.

Lo cierto es que La Mínima también ofrece servicio de cafetería y es famosa por sus tés y sus bizcochos caseros, pero es conocida, sobre todo, por haberse convertido en punto de encuentro cultural de todo el Rincón e incluso de Málaga gracias a una agenda de actividades activa, multidisciplinar e interesante para públicos muy diversos.

Carlos López y Mercedes González son los artífices de la idea. De su espíritu aventurero no queda duda cuando uno descubre que durante siete años fueron maestros en las escuelas unitarias itinerantes que llevan los circos de ciudad en ciudad. Pero esa es otra historia.

Su aventura de La Mínima comenzó hace cinco años. “Primero estuvimos un año en un local muy pequeño del centro del Rincón de la Victoria que no nos permitía hacer mucho más que la propia actividad librera, así que nos pusimos a buscar un espacio donde pudiésemos atender otras muchas actividades culturales. Dimos muchísimas vueltas, vimos muchísimos sitios. Incluso barajamos la posibilidad de irnos a Málaga capital pero, cuando dimos con este espacio junto al mar, no nos quedó ninguna duda”, relata Carlos López.

Lugareños y turistas no ocultaron su sorpresa inicial al encontrarse con una librería-cafetería en pleno paseo marítimo, pero gracias a una tenaz labor pedagógica y a una amplísima programación de actividades, los libreros han logrado integrar el local en el pueblo de manera rotunda y a todos los niveles.

Cada mes hay actividades fijas como noches poéticas, cuentacuentos para adultos y para niños y niñas, un ‘Vermut musical’ con conciertos en pequeño formato —que ha dado voz a todo el talento musical de El Rincón y de otros puntos de la provincia— y las famosas ‘Tertulias mínimas’, en las que invitan a un experto para hablar de temas de educación, deportes, política… Y estas son solo las actividades fijas. A estas hay que sumar exposiciones de arte, presentaciones de libros y talleres.

Son muchos frentes abiertos que pueden acometer gracias a la colaboración de un grupo de aguerridos ‘mínimos’ y ‘mínimas’: El escritor Rafael Ávila se encarga de los recitales de poesía; el periodista David Bollero, que trabaja en la librería de manera regular, se ocupa de organizar las ya mencionadas ‘Tertulias mínimas’; mientras que Mercedes González y Alicia Acosta encandilan a mayores y pequeños con los cuentacuentos (a través de la asociación Cientacuentos Cuentapiés, que tiene más de veinte años de trayectoria).

Por si todo esto fuera poco, de La Mínima nació también el festival Entrelíneas que se celebró a finales de febrero. El festival une dos de las pasiones de los fans de esta librería: la música y la literatura. Este año ofrecieron conciertos, mesas redondas y el I Congreso de Autoedición de Málaga. Nita, de Fuel Fandango, fue su madrina de lujo. En ediciones anteriores lo fueron el poeta Luis García Montero, el periodista Javier Gallego Crudo —de Carne Cruda— y Ángeles Mora, Premio Nacional de Poesía. “Lo que les pedimos a los padrinos es que, si son músicos, hablen de la influencia de la literatura en su música y, sin son escritores, que nos hablen de cómo les ha influido la música”, relata Carlos López. El festival tiene importantes patrocinios e involucra a instituciones y a otros negocios del Rincón de la Victoria.

Unos ‘locos’ consecuentes

A pesar del éxito del festival y de que han cumplido cinco años como librería con buena salud, todavía hoy mucha gente les dice que están locos, que lo lógico habría sido dedicar un local así, en primer línea, a un negocio más lucrativo. “Es posible, pero nuestro objetivo, además de mantenernos, es emplear la cultura para generar valor social. Eso es lo que nosotros queremos”, subraya Carlos López.

Quienes estén interesados en el corazón del negocio, los libros, encontrarán un catálogo muy variado, con una sección infantil especialmente cuidada. “Procuramos tener las novedades editoriales, pero también una selección un poco distinta, que se nutre de las propuestas de pequeñas editoriales que no trabajan con las grandes distribuidoras. También estamos muy contentos de nuestro catálogo de poesía”, explica López.  Incluso cuentan con una sección de libros de segunda mano a la que, curiosamente, contribuyen muchos turistas extranjeros que legan sus lecturas de verano cuando terminan sus vacaciones.

La agenda cultural de La Mínima está en sus redes sociales pero lo más recomendable es hacerles una visita, tomarse un té con bizcocho, hojear los libros y apuntarse a un par de actividades. Convertirse en un ‘mínimo’ o ‘mínima’ es una gran experiencia.

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